La biología del fracaso


Fuera de algunos deportes, donde se les enseña a los atletas a minimizar el dolor de una derrota, tenemos poca instrucción sobre cómo absorber el fracaso. Por lo general, a los niños se les enseña lo que deben hacer para tener éxito, pero asimilar retrocesos es un factor crítico para cualquier tipo de éxito significativo posterior.


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Hasta cierto punto, hacer frente a los fracasos es parte de nuestra biología. Cuando un animal es derrotado en una contienda por comida o territorio, retrocede y evita un contacto aún más perjudicial.

Este cambio psicológico se debe, en parte, a una disminución en la producción de testosterona para el perdedor (mientras que la testosterona aumenta en el ganador, haciéndolo más confiado y beligerante). Un cambio similar se produce en los seres humanos en respuesta a ganar o perder. En estudios realizados con jugadores de tenis se encontraron los mismos patrones en los cambios de testosterona, tanto para ganadores como perdedores y en ambos sexos.

Una apreciación de tales cambios psicológicos en otras especies como consecuencia de ganar y perder, nos ayuda a entender por qué un patrón de fracasos repetidos amenaza el bienestar de la salud de una persona.


El peaje psicológico de sentirse derrotado

La mayoría de los problemas psicológicos son causados (o agravados) por eventos estresantes, no hay gran misterio sobre este fenómeno. Por ejemplo, podemos ver lo que ocurrió con prisioneros en guerras como las de Vietnam o Corea, donde muchos fueron sometidos a un gran abuso psicológico: una especie de lavado de cerebro en el que se inducía al individuo a criticar a su propio país con fines de propaganda. Posteriormente, las víctimas permanecían en sus camas incapaces de hacer esfuerzos, muchos de ellos morían en los días posteriores sin causas fisiológicas evidentes.

Los investigadores descubrieron posteriormente que los animales expuestos a choques eléctricos impredecibles e incontrolables desarrollaron una condición similar a la depresión clínica, conocida como indefensión aprendida. El impacto de los resultados repetidos y desagradables sobre los cuales el animal no tenía ningún control le enseñó que estaba desamparado en dicha situación. Esencialmente renunciaban a la posibilidad de que cualquier cosa que hicieran podría aliviarles el sufrimiento.

Experiencias muy traumáticas, tales como ser asaltado violentamente, pueden crear un temor paralizante a salir de casa. La mayoría de las personas superan esos temores mientras aprenden que pueden salir de nuevo sin ser atacados. Para algunos, sin embargo, ese miedo no se desvanece.

Del mismo modo, problemas cotidianos como la dificultad para pagar cuentas o problemas de salud recurrentes pueden fomentar ansiedad y una incapacidad de sentirse esperanzado de cara al futuro. Por esta razón, las personas que crecen en la pobreza, con una corriente de experiencias desagradables e incontrolables pueden sufrir más ansiedad, depresión o esquizofrenia, las cuales se ven agravados por eventos negativos.

Pero, por supuesto, no todo el mundo sucumbe y los psicólogos han estudiado a los individuos resistentes para obtener pistas sobre lo que marca la diferencia.


Rebotar después de fracasar

Por lo menos existen dos rasgos que ayudan a las personas a recuperarse de una caída, el primero es el optimismo temperamental (esa característica que poseen algunas personas de nunca verse derrotadas), la otra es la sociabilidad. Por ejemplo, los niños de contextos desfavorecidos que son más propensos a participar en actividades comunitarias, tienden a ser más resistentes.

Pero no todo el mundo tiene el temperamento o las experiencias formativas positivas que lo hacen relativamente impermeables a los golpes de la vida. Sin embargo, hay mucho que uno puede hacer para disminuir la adversidad. La mayoría de estas técnicas de sentido común son bien conocidas y, en realidad, preceden a la psicología científica:

  • Vive en el presente y disfruta de lo que está disponible ahora, ya sea una comida o la lluvia golpeando en una ventana. Si nuestro enfoque estuviera solamente en el presente, nadie sufriría del temor de una condena inminente, que es la esencia de la ansiedad clínica.
  • Nada fortalece nuestra resistencia a los problemas como una buena noche de sueño. Dormir es el eliminador de problemas más efectivo, ya que durante esas horas, el cerebro hace una relegación selectiva de recuerdos.
  • Ayudar a otros. Cuando lo hacemos, el enfoque de atención se desplaza de nosotros (y los problemas actuales) a las necesidades de los demás.
  • Ejercicios de respiración y otras técnicas de relajación ralentizan la respiración corporal y reducen al mínimo la ansiedad y la angustia. Por supuesto, tales enfoques no resuelven problemas prácticos estresantes, sino que simplemente controlan las reacciones corporales a ellos. Dominar un método de relajación es una manera de estar preparado para enfrentar la adversidad.
  • Mejorar la condición física mediante ejercicio moderado aumenta la robustez psicológica. El ejercicio eleva el estado de ánimo, aquellos que están físicamente en forma tienen una ventaja adicional para hacer frente a una frustración.

Al igual que los pugilistas expertos, no podemos detener los golpes que vienen, pero podemos desplegar muchas técnicas eficaces para minimizarlos.


Referencia:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/16483890



¿De qué manera compartes tus buenas noticias?


Cuando recibes una buena noticia ¿a quién se la cuentas? ¿Llamas por teléfono a tus mejores amigos? ¿La comentas a través de las redes sociales? ¿Te felicitas delante de alguien que sabes que no disfruta de la misma suerte? ¿O te la guardas para ti?


niño

Según una investigación publicada en la revista "Journal of Differences" las respuestas a estas preguntas pueden decir algunas cosas acerca de ti.


El estudio

La investigadora de la Universidad de Houston, Cara Palmer y un grupo de colegas reclutaron a más de 250 estudiantes universitarios para analizar esto. Como primer paso, se realizó un cuestionario de personalidad a los voluntarios. A continuación se les pidió que recordaran como habían actuado durante los últimos eventos positivos, por ejemplo, la obtención de una buena nota en la universidad o haber sido invitados a una fiesta, y la manera en que habían compartido con otras personas dicha novedad.


A grandes rasgos, se encontraron tres grupos: las personas que divulgaban la noticia a un número muy reducido de gente (1 a 3 personas, no más), aquellos que compartían la novedad con amigos y familiares, y aquellos que compartieron la noticia con todo el mundo mediante distintas vías (teléfono, redes sociales, etc.).

Las mujeres de la muestra (más a menudo que los hombres) dijeron que probablemente harían alguna de las primeras dos opciones. Un rasgo de personalidad agradable y tener más empatía también se asociaron con la divulgación de buenas noticias.

Otra manera de difundir que los investigadores analizaron fue si los participantes se vanagloriaban sobre el evento o alardearon delante de alguien susceptible a ser envidioso. El alardear se considera normalmente un comportamiento masculino, sin embargo, las tasas generales de jactancia fueron bastante similares entre ambos géneros.

A pesar de ello, el equipo de Palmer profundizó el análisis para hallar diferentes clases dentro de este mismo grupo y se encontró que algunos hombres mostraban una propensión a ser catalogados como presuntuosos o fanfarrones, cuyas formas de divulgación de noticias eran poco comunes, casi el 30% de los hombres entraba en esta categoría frente a sólo el 5% de las mujeres.


Independientemente del sexo, los fanfarrones tendían a ser menos agradables y conscientes: esto es coherente con la idea de que para presumir se tiene que ser insensible a las reacciones de otros y no tener cuidado suficiente para restringir sus decisiones, y de esa forma evitar conflictos en el futuro.

El último tipo de difusión que los investigadores estudiaron fue el intercambio de eventos en las redes sociales. El equipo de Palmer esperaba encontrar efectos de género aquí, ya que las mujeres pasan más tiempo en sitios como Facebook que los hombres, pero en este conjunto de datos no había diferencias de género. En términos de personalidad, los investigadores encontraron que aquellos que compartieron más de este tipo de noticias en las redes sociales, puntuaron más alto en narcisismo en el cuestionario previo.

La extraversión desempeñó un pequeño papel en estos hallazgos: se correlacionó con la capitalización de la noticia. Esto es consistente con la experiencia de ser receptor de buenas noticias de un amigo extrovertido: los estudios muestran que dichas personas, muchas veces, comienzan a experimentar este tipo de noticias más positivamente.

La comunicación de buenas experiencias es, al menos en forma moderada, beneficioso para nuestra salud psicológica y bienestar. La jactancia, por el contrario, puede generar resentimiento y ostracismo. La próxima vez que quieras compartir algo muy positivo que te haya sucedido, piensa en lo que estás tratando de sacar de esto y si tu público realmente necesita saberlo.


Referencia:
http://psycnet.apa.org/journals/jid/37/4/250/



La mirada de la mujer en la evaluación del cuerpo femenino


Las investigaciones muestran que cuando las mujeres heterosexuales observan el cuerpo de otras mujeres, tienden a pasar una mayor cantidad de tiempo mirando las cinturas, caderas y pechos, como si evaluaran cuánto atraerían a los hombres.


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Dicha afirmación es consistente con la "teoría de la selección de pareja", la cual argumenta, entre otras cosas, que las mujeres han desarrollado estrategias para monitorear potenciales rivales en el amor. Sin embargo, los psicólogos están interesados en este tema, no sólo desde una perspectiva evolutiva, sino también porque las mujeres que se sienten insatisfechas con sus cuerpos y que son vulnerables a desarrollar trastornos alimentarios, pueden estar especialmente ocupadas comparando su cuerpo con otros y, potencialmente, exacerbando sus ansiedades.

Algunos estudios sugieren que las mujeres con insatisfacción corporal y/o trastornos alimentarios prestan demasiada atención a los cuerpos de las mujeres delgadas.
Sin embargo, no se sabe mucho acerca de cómo las mujeres sanas y confiadas se comportan cuando miran a otras mujeres, ni si su atención está influenciada por los sentimientos sobre sus propios cuerpos.


La investigación

Un grupo de investigadores de la Universidad Lincoln (Reino Unido) solicitó a 33 mujeres heterosexuales participar del estudio. A todas ellas se les colocó un equipo de rastreo ocular mientras observaban mujeres de diferentes tallas corporales, desde la 6 hasta la 18. La talla 6 de Reino Unido equivale a la 34 de Europa y a la 2 de Estados Unidos, mientras que la 18 es equivalente a la 46 y 14 respectivamente. Las modelos usaron tanto ropa ajustada como suelta.

En un cuestionario anterior las participantes calificaron el nivel de satisfacción con sus propios cuerpos (separado por cara, cintura, pecho, cadera, brazos y piernas), además lo investigadores también registraron el índice de masa corporal (IMC) y el talle de las prendas que vestían.


En general, las participantes pasaron más tiempo mirando la cintura y las caderas de las modelos. En segunda posición, pasaron la misma cantidad de tiempo mirando la cabeza, el pecho y las piernas, y en menor medida, los brazos.

En cuanto a las calificaciones de atractivo, las participantes calificaron a las modelos más delgadas como más atractivas y las mujeres de la talla 18 como menos atractivas. Pero "más delgado no es necesariamente más atractivo", señalaron los investigadores, ya que el talle 6 fue calificado como menos atractivo que el 8, 10 y 12. Las participantes dieron a las mujeres más delgadas las mismas clasificaciones de atractivo independientemente de si llevaban ropa ajustada o suelta, pero calificaron a las mujeres de talle 12 y mayores como más atractivas si llevaban ropa ajustada que cuando llevaban ropa suelta.

Sin embargo, no hubo relación entre la satisfacción corporal de las participantes y las cantidades relativas de tiempo que pasaron mirando las modelos que consideraban más o menos atractivas. Esto puede ser debido a que las participantes eran en general confiadas de sus propios cuerpos y tenían, en promedio, un IMC saludable. A pesar de ello, en estudios anteriores sí se había podido observar un claro sesgo de visualización en mujeres con baja satisfacción corporal y trastornos de alimentación.

No obstante, las participantes de la investigación actual que reportaron menor satisfacción con alguna parte en particular de sus cuerpos, cuando miraban a las modelos, cuanto menos satisfacción sentía con esa zona, más la observaban en las modelos. Por el contrario, cuanto más satisfechas estaban con un área de su cuerpo, menos tendían a mirarla en las modelos. Es decir, la autosatisfacción con una zona del cuerpo significa que la necesidad de comparar esa región se reduce.

Independientemente de sus índices de satisfacción corporal, los investigadores también encontraron un patrón general para las participantes con pechos más pequeños: pasaron menos tiempo mirando el área del pecho de las modelos. Parece que tener un tamaño más pequeño de pechos puede resultar en una evitación inconsciente de ver esa área en otras mujeres, posiblemente para preservar la autoestima. Pero también se encontró lo contrario: las mujeres con IMC más alto pasaron más tiempo mirando las piernas de las modelos delgadas, lo opuesto a un hábito protector. Según los autores, las comparaciones ascendentes ocurren cuando hay un intento de mejora saludable.

Para terminar, quizás algunos lectores puedan sentir que una investigación de este tipo corre el riesgo de alimentar la tendencia de nuestra cultura a objetivar el cuerpo de las mujeres. En su defensa, el estudio ha destacado varios patrones interesantes en cómo ellas ven y valoran los cuerpos de otras mujeres, cada uno de los cuales podría ser seguido por otra investigación futura para potencialmente mejorar la comprensión de cómo y por qué, para algunas personas, la insatisfacción corporal puede convertirse en un problema psicológico serio.


Referencia:
http://link.springer.com/article/10.1007/s00426-015-0726-1



¿Por qué no hacemos lo que sabemos que nos hace felices?


Lograr y mantener la felicidad puede ser difícil, especialmente cuando las personas no participan de actividades que saben que la facilitan.


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Muchas personas, sobre todo en los países desarrollados, tienen una vida relativamente cómoda, sin embargo, no se sienten felices. Algunos investigadores del comportamiento humano manifiestan que este fenómeno se debe, en parte, a que los individuos pasan demasiado tiempo libre en actividades pasivas, como mirar televisión, navegar por Internet, etc. en lugar de involucrarse en tareas activas y psicológicamente exigentes como cocinar, realizar ejercicios físicos o desarrollar alguna actividad artística. Es decir, tareas que permiten la oportunidad de experimentar el flujo energético, esa coyuntura en la que nuestras habilidades se satisfacen con las exigencias del desafío.


Las actividades dinámicas requieren reglas, competencia y una cierta inversión de energía; se ha demostrado que este tipo de tareas promueven la felicidad en el largo plazo, mucho más que las actividades pasivas de baja o nula inversión energética.

Un nuevo estudio publicado en el "Journal of Psychology" examina esta cuestión. ¿Nos damos cuenta de que perseguir actividades más activas y desafiantes nos hará más felices en el largo plazo? Si es así, ¿por qué entonces optamos por gastar tanto tiempo libre en actividades que son agradables en el momento, pero poco probable que nos traigan una felicidad duradera?


La investigación

A través de dos estudios relacionados, investigadores de la Universidad de Colorado encuestaron a unas 300 personas (ambos sexos, edad promedio 34 años) que visitaban asiduamente sitios como Amazón Mechanical Turk, es decir, webs que promueven realizar diferentes actividades, algunas pasivas, como ver películas o escuchar música y otras activas como realizar actividades artísticas, por ejemplo, pintar.

Específicamente, los participantes debían valorar lo agradable, esforzado o desalentador que consideraban realizar determinadas actividades, así como la frecuencia con la que participaban en algunas de ellas en una semana normal. Los participantes también debían identificar las actividades que consideraban más y menos conducentes a una felicidad duradera.

Hubo un patrón claro en las respuestas de los participantes: identificaron a las actividades de más actividad física como más asociadas con la felicidad duradera, pero dijeron que pasaron mucho más tiempo en actividades pasivas, basadas en la relajación, como mirar la televisión.

Analizando sus otras opiniones, el factor clave que parecía disuadir a los participantes de participar en actividades más dinámicas, es que tienden a ser vistas como particularmente desalentadoras y menos agradables, a pesar de estar asociadas con una felicidad duradera. Cuanto más desalentadora era una actividad, menos se emprendía (por el contrario, y para sorpresa de los investigadores, el esfuerzo percibido de la actividad no parecía ser un impedimento).

Los autores consideran a esto como una paradoja de la felicidad: sabemos qué tipo de actividades nos traerán una felicidad duradera, pero porque las vemos como desalentadoras o menos agradables (en el momento) elegimos pasar mucho más tiempo haciendo actividades pasivas en nuestro tiempo libre.


Referencia:
http://www.tandfonline.com/doi/abs/10.1080/17439760.2017.1279209



Neurociencia y marketing: el cerebro como pronosticador de ventas


Todos sabemos que para que un producto llegue al mercado, por lo general, viene precedido de una estrategia de marketing previa. Comúnmente, estas campañas están basadas en encuestas a consumidores, por ejemplo, que producto es el que más gusta en una cata de varios artículos similares, o cuál anuncio publicitario parece más atractivo.


neuromarketing

Pero estos trabajos muchas veces son imperfectos, de hecho, no son pocas las empresas que han fracasado después de millonarias campañas de marketing. Ocurre que los encuestados pueden no decir la verdad o sencillamente no ser plenamente conscientes de sus propias preferencias.
Es por ello que las empresas (sobre todo las de alimentos y bebidas) han fijado sus esperanzas en una nueva arma que parece ser prometedora: la resonancia magnética funcional (fMRI).

La idea es que en algún lugar del cerebro existe una región (o una combinación de regiones) que influyen en la decisión de compra. La esperanza del neuromarketing es que se pueda encontrar dicha región, para registrar su actividad cuando vea un producto o un anuncio y luego predecir que tan bien ese producto se venderá. Hasta ahora, el éxito ha sido limitado. Pero un reciente estudio desarrollado en la Clínica Universitaria Eppendorf (Hamburgo) parece haber encontrado algo importante.


La investigación

Los investigadores mostraron seis anuncios diferentes de una barra de chocolate de la marca "Duplo" a 18 mujeres sanas mientras se sometieron a fMRI. En los anuncios, la barra de chocolate se presentó con diversas presentaciones: junto a la cara de una mujer, una pareja, un grupo de personas, en dos manos, en dos manos y un lema adicional, y junto a un cepillo de dientes (el cepillo de dientes estaba destinado a servir como una condición de control).

Los investigadores midieron la actividad cerebral durante los anuncios en ocho regiones cerebrales que se cree que participan en la toma de decisiones de compra. Luego establecieron una fórmula que valoraba las áreas clave como el núcleo accumbens y la corteza orbitofrontal medial más fuertemente que otras, que se esperaba que tuvieran menos influencia. Incluso algunas áreas, como la corteza prefrontal dorsomedial, fueron valoradas negativamente, ya que una mayor actividad en estas regiones haría una compra menos probable. El equipo ideó entonces un valor de pronóstico de ventas de fMRI para predecir las ventas de la barra de chocolate. Después de la exploración, a las mujeres se les preguntó qué anuncio les gustó más.

A continuación, los investigadores clasificaron los seis anuncios de diferentes maneras: de acuerdo con el pronóstico de la resonancia magnética, según las preferencias de las mujeres y de acuerdo con las ventas reales de un supermercado donde la barra de chocolate se vendió acompañado de una pantalla que mostraba alguno de los seis anuncios, uno cada semana. En total se registraron más de 63 mil clientes, de los cuales 317 compraron las barras de chocolate.


El pronóstico basado en fMRI fue un predictor sorprendentemente exacto de las ventas, mientras que las respuestas de las mujeres se desempeñaron bastante mal. Los dos anuncios que mejor rindieron en el supermercado (barra de chocolate delante de un grupo y al lado de una mujer) también predijeron que eran los más exitosos por el valor de las ventas de fMRI. En cambio, el anuncio más apreciado por las opiniones de las participantes (manos sin texto) fue uno de los menos exitosos, junto con el de la pasta de dientes.

Este estudio destaca cómo una investigación de mercado basada en neuroimagen (y con grupos relativamente pequeños) podría un día predecir con fiabilidad las ventas de productos a gran escala.
Queda la incógnita de si dar acceso a las empresas a este tipo de tecnología y datos podría significar un riesgo o un abuso para los consumidores, y si por tanto, no debería ser regulado.


Referencia:
http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1053811916301410



Metáforas: entre el orden semántico y el caos


Una vez Walt Whitman preguntó: "¿Te sientes orgulloso de entender el significado de los poemas?". Hoy sabemos que el ejercicio neuronal que implica el procesamiento de las metáforas justificaría tal sentimiento de orgullo.


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Como fórmula para cultivar la creatividad necesaria para escribir poesías, el poeta francés Arthur Rimbaud recomendó una "larga y sistematizada desorganización de todos los sentidos". Mientras que la receta de Rimbaud era, en gran parte, una defensa del estilo de vida bohemio que él persiguió, los recientes estudios conductuales y cognitivos del procesamiento del lenguaje creativo proporcionan un gran apoyo al papel de la "desorganización sistematizada" en la escritura poética (y en otros esfuerzos creativos del lenguaje).

Durante los últimos años, Yoed Kenett, profesor de la Universidad de Pennsylvania, ha estudiado el procesamiento de metáforas tomadas de la poesía en comparación con las metáforas convencionales, expresiones literales y pares de palabras sin relación.

Ya sea que tengamos o no el hábito de leer poesía, todos usamos metáforas prácticamente todos los días de nuestras vidas. Pero ¿qué ocurre si nos encontramos con una descripción Shakesperiana como ser "ver caras de personas como pétalos sobre una rama húmeda y negra"? Frente a esta comparación sorprendentemente inusual, casi podemos sentir que nuestro cerebro cambia a un modo en que trata de darle sentido a la frase. Este cambio en los "engranajes", la diferencia entre la forma que procesamos las metáforas no convencionales y la manera en que procesamos el lenguaje literal y las metáforas convencionales, es lo que Kenett ha investigado.


Es una percepción ampliamente sostenida de que el hemisferio derecho del cerebro está más involucrado con ciertos tipos de creatividad. La base de esta apreciación es que los dos hemisferios cerebrales codifican información semántica de diferentes maneras. Los mecanismos del hemisferio derecho "son altamente sensibles a las relaciones semánticas lejanas e inusuales", mientras que los mecanismos del hemisferio izquierdo "se centran fuertemente en algunos significados de palabras estrechamente relacionadas, mientras que suprimen los significados distantes e inusuales".

La investigación de Kenett ha demostrado que el hemisferio cerebral derecho está más implicado en el procesamiento de metáforas nuevas y no convencionales que el hemisferio izquierdo. Pero contrariamente a la noción de que tal creatividad lingüística es puramente un fenómeno del cerebro derecho, su investigación indica que el procesamiento exitoso de metáforas no convencionales es una cuestión de división de trabajo entre los dos hemisferios, un esfuerzo colaborativo.

Citando dificultades en el procesamiento semántico que ocurren cuando una de las redes hemisféricas opera en relativo aislamiento de la otra, Kenett propone una "unión semántica de rigidez-caos" que se extiende entre los dos hemisferios.
En el extremo hemisférico izquierdo se encuentra un "procesamiento semántico hiper-rígido y basado en reglas", como es característico de las personas con síndrome de Asperger. En el extremo hemisférico derecho se encuentra una "activación semántica caótica y excesiva", como es característica de las personas con esquizofrenia. De acuerdo con la noción de la creatividad del cerebro derecho, uno podría esperar que las personas en el extremo derecho tengan más éxito en el procesamiento de lenguaje creativo no convencional, pero la investigación de Kenett con metáforas muestra todo lo contrario. Las personas en ambos extremos tienen dificultades para procesar nuevas metáforas, aunque por razones muy diferentes. Cuando se le presentan dos pares de palabras o frases -una metáfora novedosa de una poesía y la otra un par de palabras o frases semánticamente sin relación-, las personas en el extremo "rígido" no pueden distinguir entre ellas porque no ven a ninguna pareja como significativa. Presentados los mismos dos pares de palabras o frases, las personas en el extremo del "caos" también tienen problemas para distinguir entre ellas, pero en lugar de no ver ninguno de los pares como significativo, ven ambos pares, incluyendo el par semánticamente no relacionado.

Kennet utilizó distintas investigaciones para determinar que el exitoso procesamiento de los usos metafóricos (y otros usos creativos del lenguaje) requiere de una "integración semántica" entre los dos extremos. El "sistema semántico basado en reglas" del hemisferio izquierdo facilita el procesamiento rápido de significados literales o metáforas altamente convencionales. Pero cuando se enfrenta a relaciones semánticas "distantes e inusuales", como las metáforas no convencionales, el sistema más rígido del hemisferio izquierdo requiere de un "sistema neural de cortesía que sea capaz de hacer frente a las alteraciones de las reglas".

El tipo de creatividad lingüística involucrada en el procesamiento de metáforas, entonces, no es un fenómeno de "cerebro izquierdo" ni de "cerebro derecho".
Para dar sentido, o más bien para encontrar el sentido interior, el lenguaje creativo requiere de una integración entre la rigidez de uno y el caos del otro. O como dijo Rimbaud, se requiere una "desorganización sistematizada" tanto para escribir poesía como para leerla.


Referencia:
http://journal.frontiersin.org/article/10.3389/fnhum.2014.00511/full#B30



Viajar puede inducir a las personas a romper reglas morales


¿Puede la exposición a otras culturas inducir a una mayor flexibilidad con el cumplimiento de las reglas, incluso con la moralidad? Según una reciente investigación, esto es probable.


viajar

Es sabido que viajar o vivir en el extranjero se ha asociado con un menor juicio hacia otros grupos (raciales, religiosos, etc.) y también a una mayor flexibilidad cognitiva, lo que puede llevar a una mayor creatividad.
Pero los autores de un reciente estudio desarrollado en la Universidad de Columbia teorizararon acerca de que esta misma flexibilidad podría extenderse a otros terrenos, como la moralidad. La hipótesis era que experimentar muchos códigos morales distintos puede llevarnos a cuestionar los nuestros.


El estudio

En la investigación, los autores realizaron un cuestionario a más de 600 personas sobre sus hábitos de viajes antes de proporcionarles una tarea en un ordenador que consistía en una serie de preguntas de cultura general. En dicho cuestionario se les dijo a los participantes que debido a "un fallo del sistema informático" se debía presionar la barra espaciadora del teclado después de ver cada pregunta, para evitar que la respuesta también se viera en la pantalla. Los autores del estudio grabaron las veces y el momento en que cada persona presionaba la barra espaciadora.

Los resultados marcaron que aquellas personas que viajaban frecuentemente eran, en promedio, las que más tendían a hacer trampa. Este efecto permaneció incambiable entre diferentes variables como el sexo, nivel de educación, edad o estatus socioeconómico. En el caso específico de la edad, los autores reportaron que el efecto es particularmente robusto en estudiantes de secundaria, estudiantes universitarios y adultos de mediana edad.

Incluso se encontró una fuerte correlación entre la cantidad de países visitados y hacer trampa: las personas que más códigos morales diferentes habían experimentado fueron los que más observaron las respuestas en el ordenador. La cantidad de tiempo pasado en el extranjero no parecía ser relevante.

Los investigadores también tomaron en cuenta los niveles de corrupción en cada uno de los países que los participantes habían visitado (según lo determinado por el Índice de Percepción de Corrupción de Transparencia International), esto determinó que era una exposición a una mayor cantidad de diferentes culturas, y no a la exposición a culturas particularmente corruptas, lo que se relacionó con un mayor nivel de trampas en el cuestionario.


Un sondeo posterior demostró, además, que los participantes que más países habían visitado, en promedio, tenían opiniones más permisivas hacia ciertos actos éticos, como tratar de no pagar por algunas cosas, ya sea que los hechos fueran cometidos por ellos o por otras personas.

Todo esto sugiere que los participantes que más viajaron habían recogido un rastro de relativismo moral de sus viajes, quizás a través de la exposición a una amplia variedad de marcos morales. Los viajes a otras culturas parecen permitir a la gente romper ciertas reglas mentales, pero también algunas éticas. Cabe aclarar que las dimensiones del efecto fueron bastante pequeñas dentro del total del estudio, lo que significa que las consecuencias en la vida real son poco probables que sean drásticas. Pero a medida que los viajes internacionales se vuelven cada vez más comunes, incluso para jóvenes que recién están formando sus puntos de vista éticos, sería interesante tener estas consideraciones en cuenta.


Referencia:
http://psycnet.apa.org/journals/psp/112/1/1/



El poder de las cábalas: calman la ansiedad y aumentan el rendimiento


El tenista ‘Rafa’ Nadal jamás pisa las líneas de la cancha cuando entra a la pista, también es conocido por el orden en que alinea las botellas de agua y las toallas, por no hablar de su ritual de saque que más de una vez ha causado molestias en los rivales.


rafa nadal

Un partido crítico o una importante entrevista de trabajo pueden generar tal ansiedad que termine saboteando nuestras esperanzas. Es por ello que mucha gente adopta diferentes cábalas para calmarse, desde llevar algún amuleto hasta ponerse una determinada prenda de vestir. Muchos artistas de primer nivel las utilizan antes de un espectáculo.
Recientemente, una investigación ha determinado que aproximadamente la mitad de las personas tiene una cábala o ritual para momentos que sabe que serán tensionantes.


La investigación

El estudio, llevado a cabo por el ‘Harvard Business School’, invitó a 250 voluntarios a participar del sondeo. Una de las pruebas consistía en cantar una canción en público (ninguno de los participantes era cantante profesional ni aficionado). Se les preguntó a cada uno si tenía alguna cábala para un momento de mucha tensión, aproximadamente la mitad respondió afirmativamente.

Usando una muñequera para medir el pulso y la frecuencia cardíaca de los voluntarios después de cada actuación, los investigadores encontraron que quienes cumplieron con su cábala disminuyeron la frecuencia cardíaca casi a niveles normales, a diferencia de quienes no hicieron nada que, en promedio, tuvieron un pulso y frecuencia cardíaca más alta de lo normal.
La ansiedad auto-reportada también era reducida. Además, los participantes que realizaron cábalas produjeron un canto de mejor calidad en términos de tono, volumen y duración de la nota. No solo se sentían bien, incluso algunos mejoraron de acuerdo con pruebas de canto hechas previamente.

El siguiente estudio examinó si el ritual es efectivo en cualquier situación desafiante, o específicamente en contextos que provocan ansiedad. En este caso se les dio a los participantes un conjunto de problemas matemáticos, pero los autores del estudio les dijeron a algunos que se trataba solo de un "divertido rompecabezas matemático". Mientras que a otro grupo les expresaron que era un "test de Coeficiente Intelectual muy difícil".
Sólo el segundo grupo mostró un mejor desempeño después de realizar una cábala, lo que sugiere que el alivio de la ansiedad es clave.


¿Cómo nos tranquilizan este tipo de rituales? La definición dice que las cábalas son "rutinas fijas con un significado simbólico". Seguramente sean también una circunstancia de expresión emocional, lo que a su vez nos lleva a reducir el estrés.

En un estudio realizado hace unos años se les hizo escribir a un grupo de personas una secuencia fija de números. A algunos participantes se les dijo que era un procedimiento cognitivo para mejorar el rendimiento. Sin embargo, cuando a otros participantes se les dijo que era sólo "un comportamiento aleatorio" mostraron menos efectividad en pruebas posteriores que cuando el comportamiento fue explícitamente etiquetado como ritual, lo que confirma que la significación simbólica es un componente importante del efecto.

Técnicas más modernas para el manejo de la ansiedad como la escritura expresiva o la terapia cognitiva conductual son partes de la caja de herramientas de la psicología moderna y pueden aparecer como reemplazos de las cábalas. Pero como dice la psicóloga Allison Brooks "aunque algunos pueden catalogar a las cábalas como irracionales, aquellos que las practican generalmente superan a los escépticos en una medida por encima de la media".


Referencia:
http://www.hbs.edu/faculty/Pages/item.aspx?num=51401