La atracción de los hombres hacia las mujeres varía con las estaciones


pareja

Los estados de ánimo y el comportamiento de los seres humanos cambian naturalmente a lo largo del año. Por ejemplo, algunas personas experimentan trastorno afectivo estacional, una forma de depresión que suele manifestarse en invierno, aunque en realidad, estos cambios psicológicos extremos son relativamente raros.

Sin embargo, las fluctuaciones estacionales menos perceptibles son realmente bastante comunes, incluso entre los individuos sanos. Dichos cambios pueden tener implicaciones visibles en nuestras vidas de pareja. De hecho, una investigación reveló que, al menos entre hombres heterosexuales, sus patrones de atracción hacia las mujeres varían con las estaciones.

En este estudio, 114 hombres con edades entre los 18 y 53 años, clasificaron el atractivo de varias mujeres cada tres meses a lo largo de todo un año. Específicamente, una vez por cada estación. A cada hombre se le solicitó que clasificara, mediante un sistema de puntajes, dos pares de fotos de personas del sexo opuesto. Una de las fotos sólo mostraba las caras de las mujeres, la otra era una imagen de cuerpo entero en ropa interior.


Los investigadores descubrieron que la atracción de los hombres por las caras femeninas no tuvo variaciones durante el curso del año. Sin embargo, la atracción por los cuerpos sí sufrió cambios: ellos se mostraban más atraídos por los cuerpos femeninos durante los meses más fríos.

Por otra parte, los hombres que estuvieron en una relación formal durante el curso de todo el estudio, reportaron fluctuaciones similares de cómo percibían a su pareja. Específicamente, los individuos tendían a pensar que su pareja era más libidinosa en invierno que en verano.


¿Cómo explicamos este patrón de resultados?

Para los investigadores, las causas son variadas. Una de ellas es que las personas llevan menos ropa en verano, y en particular en el caso de las mujeres, las prendas tienden a ser más sexys. Esto provoca que el estándar de comparación corporal sea mucho mayor cuando hace calor. Piense en ello de esta manera: debido a que todo el mundo está mostrando gran cantidad de piel durante el verano, los niveles que califican a alguien como "sexy" se establecen más arriba. En cambio, en invierno la piel ya no está tan visible, por lo que vuelve a ser más novedoso y emocionante de mirar.
El hecho de que las calificaciones faciales no cambiaran apoya esta teoría, dado que la gente ve caras durante todo el año, por tanto, el estándar de comparación facial siempre es bastante constante.

Otra causa que puede influir es que los niveles hormonales masculinos fluctúan estacionalmente. La hormona sexual masculina por excelencia es la testosterona, y esta se genera mejor en invierno. La síntesis de esta hormona en el organismo se produce a partir del colesterol y la época que más colesterol consumen las personas es durante el invierno.


¿Existe alguna consecuencia en el mundo real a partir de estos cambios?

Las tasas de natalidad tienden a alcanzar un máximo a finales del tercer trimestre y principios del cuarto (septiembre, octubre, noviembre) en el hemisferio norte y a fines del primer trimestre y principios del segundo (marzo, abril, mayo) en el hemisferio sur. Lo que significa que un número mayor a lo habitual de concepciones ocurre durante los meses de invierno.
Los diagnósticos de enfermedades de transmisión sexual tienden a alcanzar un máximo durante los meses de invierno. También, una investigación del año 2007 determinó que a los hombres les afecta más un rechazo sexual en invierno que en verano.

Se necesitan más estudios para determinar si los cambios estacionales en la atracción también se aplican a las mujeres y a personas de diferente orientación sexual. Sin embargo, las investigaciones ya existentes nos dan razones para sospechar que no es el clima lo único que varía con el cambio de estaciones.


Referencia:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/18773730



Epigenética: el bienestar del padre y la salud del hijo


Cuando una mujer está embarazada es fundamental que tenga hábitos saludables, no fumar, alimentarse adecuadamente, no consumir alcohol y mantenerse alejada de productos tóxicos, ya que esto puede influir negativamente en la salud del niño. Pero recientes estudios indican que el estilo de vida del padre al momento de la concepción también juega un rol fundamental.


padre hijo

¿Qué es la epigenética?

La epigenética es el estudio de cómo el entorno social y el estilo de vida pueden producir cambios en la expresión génica de una persona. Es decir, son interacciones entre genes y medio ambiente que se producen en los organismos.

En los últimos años, una amplia gama de investigaciones sobre este tema han advertido que la salud física del padre en el momento de la concepción puede afectar en gran medida la salud de su descendencia.

Uno de los últimos estudios, realizado por la Universidad de Copenhague, reafirma que determinadas características hereditarias se transmiten a los hijos sobre la base de ciertos aspectos del bienestar del padre al momento de la concepción.
Distintas circunstancias en el estilo de vida paterno parecen afectar la futura salud del niño. Algunas de estas características incluyen el peso corporal, la dieta y el ejercicio. Ser alcohólico o fumador también tiene un impacto epigenético perjudicial en el esperma del padre, y posteriormente, en la salud a largo plazo de su hijo.


Cambios en las células espermáticas

El estudio danés titulado "La obesidad y la cirugía bariática impulsan cambios epigenéticos en los espermatozoides humanos" revela que el porcentaje de grasa corporal de un hombre afecta la información hereditaria, dichas alteraciones se producen en las moléculas ARN del líquido seminal.

Los investigadores descubrieron que los espermatozoides de hombres flacos y obesos tienen diferentes marcas epigenéticas. También se hallaron diferencias entre hombres fumadores y no fumadores, y en hombres alcohólicos y aquellos que bebían moderadamente o no consumían alcohol.

Una de las variaciones más dramáticas de las expresiones génicas se produjo en las regiones cerebrales asociadas con el autocontrol (lo que incluye el control del apetito). Esta revelación podría ofrecer una explicación biológica de por qué los hijos de padres obesos tienen alta predisposición a la obesidad.


Lo que llevó a los investigadores a realizar este estudio fue el hallazgo de que en un pequeño pueblo nórdico se experimentó una severa hambruna hace varias generaciones, y que aún hoy existe un alto riesgo en sus descendientes de desarrollar enfermedades metabólicas, como por ejemplo, diabetes. El estrés nutricional de aquellos individuos fue trasmitido epigenéticamente a las sucesivas generaciones.

¿Qué razones evolutivas existen para que se produzcan estos cambios, por ejemplo, para que el porcentaje de grasa corporal de un padre sea significativo para su descendencia? La teoría más aceptada por los científicos es que en tiempos de abundancia es una forma instintiva de alentar a los niños a comer más y ganar peso. Pensemos que la obesidad es un problema muy reciente en la evolución humana y que hasta hace sólo algunas décadas la capacidad de almacenar energía era una ventaja para resistir infecciones y hambrunas.


Salud y descendencia

La investigación epigenética está abriendo grandes posibilidades para crear estrategias que pueden ayudar a mermar algunos problemas de salud, como la diabetes, la obesidad, enfermedades cardíacas, etc. en las generaciones futuras. Características genéticas que se pensaban que eran inmodificables, de hecho, pueden ser maleables.

Si bien la investigación sobre epigenética todavía está en sus comienzos, hoy en día se sabe que hay niños que presentan predisposición a ciertas patologías debido a determinadas influencias paternas, independientemente de su madre.

Es de esperar que esta creciente evidencia científica inspire a los futuros padres a llevar una vida más sana, a hacer más ejercicios y a comer más saludablemente antes de concebir un hijo.


Referencia:
http://www.cell.com/pb-assets/journals/research/cell-metabolism/on/cmet1935_r.pdf



¿Por qué es más difícil hablar cuando nos miran directamente a los ojos?


Aunque el procesamiento verbal y el contacto visual parecen independientes, las personas frecuentemente apartan sus ojos de los interlocutores durante una conversación. Veamos por qué ocurre.


mirar

Seguramente has notado que cuando alguien te está hablando es común que en un momento interrumpa el contacto visual. Del mismo modo, cuando nosotros estamos explicando algo a alguien o contándole algo, es normal que por momentos miremos a un lado de sus ojos para poder concentrarnos mejor en lo que estamos diciendo. Según una investigación, esto sucede porque el contacto visual tiene un impacto en nuestros procesos de control cognitivo. Esencialmente, la mirada recíproca es tan estimulante para la mente que puede ser difícil mantener una conversación fluida y mantener el contacto visual al mismo tiempo.

En investigaciones anteriores ya se había demostrado que el contacto visual interfiere con otras tareas de la mente, como las que involucran a la imaginación visual.
En este nuevo estudio, dos científicos japoneses, Michio Nomura y Shogo Kajimura exploraron si el contacto visual también interfiere con nuestra capacidad de trabajar con verbos en diferentes pruebas de conversación. Y si esto ocurre en todos los casos o sólo cuando la tarea de generación de verbos se hace más difícil.


La investigación

Las pruebas consistieron en solicitarle a un grupo de participantes (26 personas, de ambos sexos) que miraran directamente a la cara de un extraño que aparecía en una pantalla de ordenador. Dichas caras miraban directamente al participante, también aparecían algunas caras con una mirada esquiva, es decir, con los ojos levemente desviados hacia un costado. Cabe aclarar que no eran imágenes congeladas las que aparecían en el ordenador, sino caras parpadeando y respirando naturalmente. En cada sondeo el participante debía mirar fijamente el rostro que aparecía en la pantalla, y su vez, oír un sustantivo que le decían los investigadores. Su tarea consistía en responder en voz alta un verbo que pudiera usarse con dicho sustantivo para armar una oración.

Los autores utilizaron una serie de sustantivos, algunos más fáciles y otros más difíciles de relacionar. Otra cosa que se tuvo en cuenta era si la asociación verbal era la más adecuada, o no, para ese sustantivo.
Por poner un ejemplo, el sustantivo "cerveza" está fuertemente asociado al verbo "beber", por tanto se considera una relación fácil y adecuada.


Los resultados mostraron que los participantes fueron mucho más lentos con las caras que hacían contacto visual, que con las caras que evitaban la mirada directa, sin embargo, el efecto era mucho más fuerte con las asociaciones verbales difíciles.

Los investigadores expresaron que si bien el contacto visual no interfiere directamente con los procesos mentales específicos relacionados con la generación de verbos, sí lo hace con los tiempos de ejecución, que los vuelve más dilatados. Por tanto, los resultados son consistentes con la idea de que el contacto visual drena recursos cognitivos más generales, como por ejemplo, el habla. Es por eso que cuanto más complicada es la historia que estamos contando (o la excusa que estamos poniendo) es probable que seamos más propensos a interrumpir el contacto visual.


Referencia:
http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0010027716302360



¿Por qué ante un delito algunas personas tienden a culpar a la víctima?


Ocurre muchas veces que algunas personas otorgan cierta responsabilidad de un delito a la o las víctimas. ¿Qué lleva a un individuo a razonar de esta forma? Veamos lo que dice una investigación.


hurto

Por ejemplo, ante una mujer víctima de una agresión sexista, es probable que aparezcan comentarios de gente que diga que le ocurrió porque iba vestida en forma provocativa, o víctimas de robos que son recriminadas por las pertenencias que llevaban o por el lugar por dónde caminaban.

¿Existe alguna característica en particular que haga que ciertas personas sean más propensas en culpar a la víctima? Esta pregunta fue el motivo de una investigación realizada por las psicólogas Laura Niemi y Liane Young de la Universidad de Harvard.

Las autoras sugieren que esto está vinculado con la forma en que la gente percibe su relación moral con la sociedad, y que generalmente se adoptan dos orientaciones bastante marcadas. Por un lado, algunas personas dan gran importancia al individuo, es decir, otorgan gran valor a la equidad y al cuidado de todos los miembros de la comunidad.
En cambio, otras personas tienden a creer más en la solidez con que la gente debe conectarse con la sociedad, estas personas suelen poner su énfasis en la obediencia a la autoridad y la responsabilidad social.

Las autoras sostienen que las personas de la segunda orientación son más propensas a preocuparse por las personas que se destacan en su grupo, y las víctimas suelen destacarse del grupo. En este caso, cuando más fuerte es esta orientación, más tiende el individuo a culpar a la víctima por el delito.


La investigación

Durante los estudios, un grupo de participantes voluntarios de ambos sexos leyeron artículos de periódicos sobre distintos tipos de delitos. Algunos hablaban sobre delitos sexuales y otros estaban relacionados con atracos y hurtos. En realidad, el tipo de delito no afectó el patrón general de los resultados.

Los participantes llenaron varios cuestionarios que evaluaban algunos aspectos de su visión de la sociedad, incluyendo política y religiosidad (que no tuvieron efectos constantes sobre los resultados). También se analizaron las bases morales y su enfoque hacia el resto de los individuos de la sociedad, evaluando el tipo de perspectiva, si éste estaba más asentado en las personas o en la responsabilidad social.

Las autoras encontraron que las personas que tendían a relacionarse con la sociedad desde la perspectiva de la responsabilidad social eran más proclives a culpar al damnificado. De hecho, esta orientación es más fuerte que otros tipos de manipulación que se sabe que afectan el grado en que la gente culpabiliza a las víctimas. Por ejemplo, estudios anteriores mostraron que cuando la descripción del delito se centra en las acciones de la víctima por sobre las del criminal, la gente tiende a otorgar mayor responsabilidad a la víctima por lo ocurrido, que cuando la descripción se centra en el agresor. Es más, uno de los estudios realizado en esta investigación manipuló la descripción de los delitos.

Los estudios de este trabajo sugieren que las creencias de la gente acerca de la relación entre los sujetos y la sociedad, afecta a la forma en que tratan a las víctimas de un delito. Cuando las personas se centran en la equidad entre los individuos, posteriormente a una acción criminal, se enfocan en las necesidades del damnificado. En cambio cuando las personas creen más en la autoridad y la responsabilidad, entonces muestran cierta tendencia a culpar a las víctimas por ser partícipes de acciones que provocan transgresiones de las normas sociales.


Referencia:
http://psp.sagepub.com/content/42/9/1227.abstract



La tendencia a asumir que somos moralmente superiores a los demás


En determinadas situaciones, el ser humano tiene una tendencia bien marcada a considerarse mejor que la media, por ejemplo, al conducir un vehículo. Esto también se aplica a nuestra propia moralidad, más fuertemente que a otros aspectos de nosotros mismos. Una nueva investigación muestra lo irracional de este comportamiento.


moralidad

Existen algunos contextos donde tiene sentido ver tus propias cualidades como excepcionales. Lo más obvio es cuando hay una comprobación clara, por ejemplo, si tu Coeficiente Intelectual es de 140, cuando el promedio general es de 100.
La segunda, es cuando te crees que eres bueno en un rasgo, que no debería ser normal en los demás. Es decir, si a mi me parece que tengo una fuerza física peculiar, no tiene sentido asumir que todo el mundo tiene esa habilidad también.

Pero en otros contextos, es irracional suponer que algunas de nuestras habilidades son inusuales. Imaginemos que una persona siente un cariño especial por los perros, sabiendo que una gran cantidad de gente tiene una afición por los animales, que dicha persona presuma que es particular en esa área sería irracional. En estos casos, tendría más sentido obviar su propia clasificación o conceder altas estimaciones a todo el mundo. Este equilibrio se denomina proyección social: si yo lo hago bien, probablemente la mayoría de la gente lo haga bien también.


Una investigación

La pregunta que propone una reciente investigación sobre este tema es, en comparación con otros rasgos, ¿cómo vemos nuestra propia moralidad? Si la percibimos como especial o como en el ejemplo del apego canino, es decir, socialmente proyectamos y asumimos que los demás son como nosotros.

Los investigadores reclutaron a 270 participantes y les solicitaron que se calificaran a sí mismos y a la persona promedio sobre 30 rasgos. Dichos rasgos estaban divididos en tres partes: moralidad (honestidad, principios, etc.) sociabilidad (amabilidad, comunicación con los demás, etc.) y capacidad (trabajador, cualificación, etc.)

Los autores calcularon las proyecciones que hicieron los participantes de sí mismos y del promedio en cada uno de los rasgos. Lo que los investigadores sabían de antemano era que los participantes, si actuaban de manera lógica, cuanto más alto se clasificaban ellos en un determinado rasgo, entonces, mayor calificación debería recibir la persona promedio en dicho rasgo.

En general, los participantes actuaron con proyección social, salvo en el ámbito de la moralidad, donde los puntajes fueron notoriamente más altos que el promedio. Por ejemplo, en el rasgo "confiabilidad" los individuos se calificaron con una media de 6.1 mientras que al promedio le otorgaron sólo 4.3.
Otros rasgos como la amabilidad y la competencia también fueron muy apreciados, pero no se inflaron sus puntuaciones de la misma manera. Es decir, somos especialmente propensos a considerarnos como moralmente superiores.


Generalmente, los desajustes entre la percepción de sí mismo y la de los demás tienen una base racional, a excepción de cuando se trata de moralidad, donde nos alejamos de la realidad, en parte por nuestro deseo de ser de cierta manera y porque tendemos a racionalizar nuestras motivaciones, cosa que no hacemos con otras personas.

Desde el descubrimiento de este tipo de "ilusiones positivas", los investigadores habían deducido que éstas tendían a apuntalar nuestro bienestar. Sin embargo, en los estudios más recientes, estas mejoras irracionales de superioridad moral no están asociadas con una mayor felicidad o autoestima. Tal vez, lo que buscamos es que el sentimiento de superioridad moral nos otorgue cierto sosiego mental, pero, en última instancia, esto no ocurre. Algo para tener en cuenta en los tiempos que corren.


Referencia:
http://spp.sagepub.com/content/early/2016/10/06/1948550616673878.abstract



Cómo influyen los rasgos de personalidad en el atractivo físico


¿En qué medida puede un rasgo de personalidad compensar la falta de atractivo físico? ¿Qué perfiles de personalidad hacen percibir a la persona como más o menos atractiva? Veamos lo que dicen algunas investigaciones.


pareja atractivo personalidad

Las personas extrovertidas son generalmente más optimistas y socialmente más seguras ¿esto las puede hacer más atractivas a los ojos del sexo opuesto? O quizás por el hecho de parecer habladoras y egocéntricas pueden ser percibidos por algunas personas como menos interesantes. Asimismo, los individuos con rasgos introvertidos, más callados y reflexivos, también pueden tener sus puntos a favor y en contra.

En los últimos años ha habido una serie de investigaciones que examinaron la influencia de la personalidad en el atractivo físico. Por ejemplo, en un estudio de Aron, Lewandowski y Lee (2007) pidieron a un grupo de participantes heterosexuales de ambos sexos que clasificaran el atractivo físico de personas del sexo opuesto mediante la observación de fotografías. Posteriormente, se les volvió a mostrar las mismas imágenes, pero esta vez con información inherente a la personalidad del individuo. Dicha información evaluaba distintos rasgos: extraversión, introversión, grado de neuroticismo, nivel de amabilidad, etc.
Como era de imaginar, la información sobre personalidad produjo cambios significativos en las calificaciones de atractivo. Por ejemplo, la información negativa tuvo más impacto que la información positiva, y dicho impacto fue más pronunciado en la opinión de mujeres que en los hombres.

Otra investigación fue la realizada por Swami y Greven, dónde se examinó el poder relativo de tres tipos de datos (peso corporal, proporción cadera-cintura y personalidad) sobre la calificación de atractivo.
Lo que se encontró fue que la personalidad, específicamente el rango introversión-extraversión, tuvo un efecto similar al peso corporal pero el doble que la proporción cadera-cintura. Como era de esperar, encontraron a la extraversión más atractiva que la introversión.

Otro dato interesante hallado en esta investigación fue que la información de rasgos de personalidad específicos tenía relativamente poco efecto sobre el tamaño y forma del cuerpo en el rango de "poco atractivo", pero sí tuvo un efecto importante sobre los rangos considerados "atractivos". Es decir, si la persona es catalogada por la otra parte como poco atractiva, la personalidad no ayuda, pero si la persona está en el rango "normal" de atractivo físico, la personalidad puede tener un efecto muy significativo.

¿Por qué algunos rasgos se perciben como físicamente más atractivos que otros? Un estudio del profesor Daniel Nettle intentó hacer una descripción de los costos y beneficios de los rasgos de personalidad más distintivos. Veamos los resultados.

Extraversión: Los individuos extrovertidos son más sociables y tienden a tener más apoyo en su red de amistades, esto los hace socialmente más capacitados lo que los lleva a tener una mayor confianza. Estas personas son tomadores naturales de riesgos. Este tipo de actitudes se refleja en una mayor cantidad de parejas sexuales, mayor éxito de apareamiento y mayor descendencia. Sin embargo, también son más propensos a la infidelidad, lo que sugiere una mayor inestabilidad en las relaciones. Esto último hace percibir a la persona muy extrovertida como menos atractiva si se piensa en una relación de largo plazo, pero más interesante para una relación de corto plazo.

Introversión: Los introvertidos son menos sociables pero más estables. Tienen menos probabilidades de encontrar pareja, pero en general, llevan un estilo de vida más seguro, lo cual es mejor para la crianza de sus hijos. Ciertamente, el atractivo de las personas introvertidas aumenta cuando se piensa en una relación a largo plazo.

Alto neuroticismo: Estas personas son más propensas a estar ansiosas, deprimidas, fóbicas y a sentirse culpables. Es menos probable que tengan buenas relaciones profesionales y empleos de larga duración. Sin embargo, son socialmente vigilantes, cautelosas y con aversión al riesgo. Los neuróticos son muy conscientes de los cambios sociales sutiles (y posiblemente amenazadores), esto puede ser un mecanismo de supervivencia ante ciertos ambientes. Están muy interesados en sus propias emociones, pero también en las de los demás, lo que las convierte en personas altamente sensibles. El neuroticismo reduce la percepción de atracción física en ambos sexos, pero más entre las mujeres.

Bajo neuroticismo: En general, son personas estables y equilibradas emocionalmente. Pueden ser poco confiadas y tratan de evitar los riesgos sociales. También pueden ser más insensibles a las ansiedades y preocupaciones de quienes les rodean, por lo tanto, no tienen gran cantidad de amistades. En ocasiones son vistos como altamente competitivos, esto aumenta la sensación de atractivo físico sobre todo entre las mujeres.

Receptividad: Las personas altamente receptivas están asociadas con la intuición, la imaginación y la curiosidad. También se sienten atraídas por lo poco convencional, esto es un buen predictor aptitudes artísticas e innovadoras. A menudo se los cataloga como creativos. Estas personas suelen ser altamente apreciadas por los demás ya que se les considera muy interesantes, por tanto, tienen una amplia red de relaciones, lo que le posibilita tener una mayor cantidad de parejas. Los niveles de creatividad moderados a altos se asocian con el atractivo, en parte porque la creatividad es altamente valorada en muchos entornos.

Amabilidad: Las personas amables son empáticas, confiadas, apreciadas y valoradas entre sus amistades. La sensibilidad es un rasgo altamente estimado en estas personas. Sin embargo, ser demasiado confiado, particularmente de individuos egocéntricos, podría ser contraproducente. La mayoría de las personas amables son altamente valoradas, lo que es un plus para su atractivo físico.

Escrupulosidad: Las personas con alta escrupulosidad son consientes, trabajadoras y ordenadas. Demuestran autocontrol y tienden a ser altamente éticos. Pueden estar orientados hacia la superación. No es ninguna sorpresa entonces, que este rasgo es uno de los más exitosos en cuanto a la vida educativa y profesional. Planean para el futuro y están felices de trabajar para la obtención de beneficios en el largo plazo. A este tipo de gente le gusta trabajar y estudiar con personas similares a él. El principal inconveniente de la alta escrupulosidad está asociado con el perfeccionismo y el dogmatismo social. A veces, este rasgo también puede ser una reacción a la baja capacidad en entornos competitivos. En general, este rasgo está asociado positivamente con el atractivo físico, pero es mucho más valorado por las mujeres que por los hombres.



El niño pequeño y su comportamiento de reciprocidad social


Seguramente, si en algún momento has jugado con un niño pequeño te habrás dado cuenta que él cree que si no te ve, entonces tú tampoco le puedes ver. Y que generalmente también funciona de la forma inversa, es decir, si una persona tiene los ojos vendados, muchos niños de hasta cuatro años dirán que no pueden ver a esa persona.


niña jugando

Los científicos explican que este comportamiento tiene que ver con la importancia que los niños otorgan a la mirada recíproca, lo que también refleja una conexión especial con la persona que están interactuando o jugando, en el sentido de que si no hay reciprocidad visual, ninguna de las dos partes puede ver a la otra.

Ahora, un artículo publicado en la revista "Cognition and Development" (cognición y desarrollo) ha demostrado que este comportamiento es más extenso de lo que se pensaba. Los niños en edad preescolar también son propensos a pensar que si no pueden oírles o hablarles, porque los oídos o boca de la persona con la que están interactuando están tapados, entonces ellos tampoco pueden oírles o hablarles.

Las psicólogas Allie Khalulyan y Henrika Moll, de la Universidad de California, realizaron dos investigaciones con decenas de niños de entre tres y cuatro años.
Algunos de los experimentos incluyeron a las autoras del estudio sentadas delante de los niños y una de ellas utilizando sus manos o algún accesorio (como auriculares o una venda) para cubrir sus propios ojos, oídos o boca. Entonces, la otra experimentadora le preguntaría al niño "¿Puedes hablar con Allie?" o "¿Puedes ver a Allie?".

Alrededor del 70% de las veces, si los ojos de la investigadora estaban cubiertos, los niños dijeron que no podían verla. Los resultados también mostraron un comportamiento similar para escuchar y hablar, aunque en menor medida. Si las orejas de la experimentadora estaban cubiertas, ya sea con sus manos o auriculares, entonces aproximadamente la mitad de los niños indicaron que no podrían oírle en el caso que ella les hablara.
Con la boca ocurrió algo similar, cuando una de las investigadoras se cubría la boca, la mitad de los niños dijeron que no podían hablarle.

Otras pruebas demostraron que esto responde a modalidades específicas. Es decir, si la boca de la investigadora estaba cubierta, entonces la mayoría de niños dijeron que podían ver a la persona, pero que no podían hablar con ella. Las psicólogas probaron que los niños no estuvieran malentendiendo las preguntas indagándolos sobre las capacidades perceptivas de la experimentadora, por ejemplo, si ella tenía los ojos vendados los niños respondieron con una precisión del 100% si la podían ver o no, pero no mencionaban nada sobre oír o hablar. Estas diferencias en las respuestas indican que habían interpretado las preguntas correctamente, o sea, que se trataba de sus propias capacidades, no las de la investigadora.


Al parecer, los niños consideran la reciprocidad social no sólo al hacer juicios sobre si pueden o no ver a alguien, sino también al considerar otras formas de compromiso, como las que involucran a la audición y al habla. Las investigadoras dicen que para ellos, relacionarse con otras personas implica que la percepción o comunicación debe fluir en ambos sentidos. Es decir, a menudo los niños pequeños consideran que es imposible relacionarse con alguien que no pueda relacionarse simultáneamente con ellos.

Las autoras de la investigación añadieron que es probable que en un futuro cercano se estudien estos mismos comportamientos en niños con diferentes grados de autismo, ya que es común que muestren un menor contacto visual y, por lo general, dan menos importancia a la reciprocidad social.


Referencia:
http://www.tandfonline.com/doi/abs/10.1080/15248372.2016.1243116



Sueles llegar tarde a lugares que conoces pero no a los desconocidos ¿cierto?


¿Por qué solemos llegar tarde a los lugares que frecuentamos, pero no tanto a los que no nos son familiares? El resultado de una investigación quizás nos aclare esta particular situación.


llegar tarde

Todos tenemos trayectos preestablecidos que son parte de nuestra vida cotidiana, ya sea el camino al trabajo, al lugar de estudio, etc. ¿Cómo afecta esta familiaridad en la manera en que el cerebro interpreta dicha distancia y nuestra capacidad de movernos a través de ella?

Una investigación de la Universidad College de Londres nos dice que una mayor familiaridad con una determinada zona nos hace sobreestimar su extensión física, en esencia, en una representación mental detallada de dicho espacio solemos percibirla más grande. Pero a su vez, esta misma familiaridad nos hace más propensos a distorsionar el tiempo de llegada hacia dichos destinos.

De hecho, este estudio publicado en la revista "Hippocampus" sugiere que la familiaridad espacial alarga nuestra percepción de las distancias físicas, y que tiene el efecto contrario en nuestros juicios sobre los tiempos de viaje a través de ese espacio. Es decir, subestimamos cuánto tiempo nos tomará viajar a través de rutas familiares. Esta particularidad mental nos proporciona una explicación de porqué tan a menudo llegamos tarde a lugares a los que asistimos habitualmente.


La investigación

Un grupo de estudiantes extranjeros que vivían en el mismo edificio ubicado en el barrio de Bloomsbury en Londres, fueron reclutados de manera voluntaria para el estudio. Los autores del sondeo les solicitaron a dichas personas que dibujaran un mapa del área donde residían en una hoja A4.

Los estudiantes (7 mujeres y 13 varones) ya tenían cierto conocimiento del área. Una imagen del edificio fue marcada en la hoja A4 como forma de guía. Ellos debían dibujar la parte superior de la hoja representando al sur, esto para evitar que hicieran un dibujo de memoria, ya que en los mapas el norte siempre está en la parte de arriba.
A continuación contestaron preguntas sobre el tiempo estimado de caminata desde su edificio a diferentes lugares. Finalmente se les mostró una imagen satelital de la zona y se les pidió que marcaran los recorridos por los que se trasladaban habitualmente.

Mirando la forma en que los estudiantes esbozaron los trayectos, los investigadores hallaron que habían dibujado las áreas más conocidas demasiado grandes en comparación con las zonas que les eran menos familiares. Pero en cambio, subestimaban el tiempo de caminata por las rutas más conocidas en comparación con las menos conocidas.


Esto parece una contradicción, los estudiantes esperaban llegar más pronto a destinos que en sus propios bocetos se veían como distancias más largas. Este es un resultado que plantea varias preguntas interesantes acerca de cómo la familiaridad de un trayecto afecta la representación del espacio y el tiempo en el cerebro.

Los investigadores discutieron varias posibles explicaciones, incluyendo que existen sistemas neuronales separados para calcular la distancia y el tiempo en recorrer un trayecto. Relacionado con esto, los autores también creen que juzgamos el tiempo de un recorrido que nos es familiar en base a la experiencia, mientras que calcular esto mismo pero de un área poco conocida, no se puede apelar a la experiencia sino que debe ser reconstruida en nuestro cerebro a partir de una representación espacial del área.

En definitiva, quizás ya tengamos la excusa perfecta para la próxima llegada tarde al trabajo... "lo siento, mi cerebro tiene problemas con los recorridos que le son conocidos".


Referencia:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/27770476



La sabiduría de la infancia


No se trata de subestimar el rol de los adultos en la vida de los niños, pero a decir verdad, los adultos exageran considerablemente su papel en el desarrollo de los niños. Es que tendemos a percibir la educación de los pequeños desde un punto adulto-centrista.


niños jugando

Obviamente que los adultos son importantes en la vida de los niños, ellos necesitan alimentación, vivienda, amor, etc. Pero en ciertos procesos, por ejemplo, la educación o la socialización, ellos tienden a mirar a otros niños como modelo, más que a los adultos.


Infancia y adaptación

¿Has notado cómo los gustos de los niños, como la ropa, la manera de hablar, la música, etc. tienen mucho más que ver con los comportamientos de otros niños? Los niños están cognitivamente diseñados para prestar atención a los otros niños, para tratar de encajar con ellos, para ser capaces de hacer lo que ellos hacen y para saber lo que ellos saben. A través de la historia de la humanidad, así fue como los niños se fueron educando, y en gran medida, cómo se educan hoy, a pesar de nuestros intentos fallidos por detener este proceso y tratar de educarles al gusto de los adultos.

En cualquier civilización que los antropólogos han observado la interacción de sus sociedades, hallaron que existen como dos culturas, la de los adultos y la de los niños. Estas dos culturas, por supuesto, no son completamente independientes una de otra. Ellas interactúan e influyen mutuamente, y los niños, a medida que crecen, poco a poco van entrando en la cultura de la edad adulta. Estas culturas infantiles pueden entenderse, hasta cierto punto, como formas de práctica, donde los niños ensayan diversos modos de ser y los construyen y modifican de acuerdo a sus habilidades.


Los investigadores advirtieron que en las sociedades de cazadores-recolectores, los niños a partir de los cuatro años pasaban la mayor parte de su tiempo con otros niños, lejos de los adultos. O sea, durante miles de años, ese fue el principal medio de socialización y educación infantil.

En nuestros días, cuando un niño se muda de ciudad o de país, a un lugar de diferentes culturas y tradiciones, una de las primeras tareas que emprende instintivamente es aprender los juegos y costumbres de los niños del lugar, para poder ser parte de ellos.

Existen varios factores por el cual, a través de la evolución humana, los niños han tenido una fuerte inclinación para pasar el mayor tiempo posible con otros niños y evitar a los adultos. Y no es tan difícil ver las razones, ya que hay muchas lecciones valiosas que aprenden de otros niños, veamos algunas:


Comunicación

En las culturas occidentales modernas, los adultos son muy condescendientes con los niños, sus comunicaciones con los críos son frecuentemente deshonestas. Consideremos que un adulto le pide a un niño de cuatro años que le diga de qué color es un juguete de color rojo. Esta no es una pregunta honesta, ya que conoce la respuesta, por lo que su pregunta no es realmente una pregunta, se trata de una prueba. O considere que un adulto le dice a un niño "que artista maravilloso eres" mientras mira sus garabatos.
Los niños nunca se dan falsos elogios entre sí, ellos se relacionan, en gran medida, en un contexto donde las comunicaciones tienen un significado real, cómo por ejemplo, cuando discuten las reglas de un juego. Como práctica para la comunicación futura, esto es mucho mejor que las "conversaciones" que los niños suelen tener con los adultos. Es por esta razón que los niños, por lo general, confían más en sus amigos de una manera que no ocurre con sus padres o maestros.


Independencia y audacia

Por lo general, a partir de los cuatro años o un poco más, los niños quieren alejarse de sus padres y otros adultos y pasar más tiempo con otros niños, donde pueden representar formas de ser que no podrían ejecutar en presencia de adultos. Muchas veces, los niños se erigen como si estuvieran en oposición a los adultos, a menudo deliberadamente y de manera adaptativa. Incluso los niños pequeños comienzan a utilizar malas palabras, desobedeciendo deliberadamente los dictados de los mayores. Es decir, se deleitan burlándose de los adultos encontrando maneras de violar sus reglas. Esta es una señal de valor en pos de obtener la independencia necesaria para hacer frente a situaciones que forman parte de la vida, también están aprendiendo a manejar el miedo.
En los juegos entre niños, ellos crean sus propias actividades y resuelven sus propios problemas, en vez de depender de una poderosa figura autoritaria adulta, este es uno de los puntos altos de jugar sin mayores. En tales jugos tienen que oficiar de adultos, precisamente porque no hay adultos presentes. Es decir, el juego es un espacio de práctica de la vida adulta, que los adultos echan a perder cuando intervienen y tratan de ser útiles.


Entender el propósito y capacidad de las reglas

Una diferencia fundamental entre los juegos de adultos y los de niños, es que los de adultos, por lo general, se rigen por reglas preestablecidas fijas, mientras que los niños ven las reglas como modificables. Por ejemplo, cuando los adultos juegan al fútbol, tratan de seguir un conjunto de reglas que tiene ese deporte. Por el contrario, cuando los niños juegan van creando reglas a medida que el juego avanza, incluso, si no hay un adulto presente, cuando juegan juegos que ya tienen sus reglas.
El psicólogo Jean Piaget señaló que los niños desarrollan una comprensión más sofisticada de las normas cuando juegan con otros niños, que cuando juegan con adultos. Con los adultos tienen la impresión de que las reglas son fijas, que vienen de una autoridad y no se pueden cambiar. Pero cuando los niños juegan entre sí, debido a la naturaleza más equitativa de la relación, se sienten más libres de desafiar las normas, lo que a menudo conduce a una negociación y a un cambio de reglas. De esta manera aprenden que las reglas no son fijadas por una entidad superior, sino que son mecanismos para hacer la vida más justa y placentera. Piaget decía que los niños aprendan este concepto era una piedra angular de la democracia.


Construcción de habilidades y valores a partir de comportamientos de adultos.

Incluso diferenciándose de las normas de los adultos, los niños imitan sus comportamientos y los adaptan. Ellos incorporan en sus juegos muchas de las habilidades y valores que observan en los mayores. Por ejemplo, en las sociedades de cazadores-recolectores el principal juego de los niños era jugar a la caza, pero no jugaban juegos competitivos como los niños de hoy (aunque los niños de hoy no lo hagan en el grado de competitividad que lo hacen los adultos).
Los niños, mediante juegos, no sólo imitan lo que observan de los adultos, más bien interpretan lo que perciben y ensayan variaciones para darle sentido. Esto es en lo que, fundamentalmente, se basa cada nueva generación, en lugar de simplemente replicar las costumbres de la generación de sus padres. Esto se ilustra hoy en el afán de los niños en aprender a utilizar los últimos adelantos tecnológicos, que a menudo van por delante de sus padres, ya que la cultura infantil se centra en la adaptabilidad, en las cosas que son importantes para el mundo en el que están creciendo.
Los adultos de todas las generaciones se lamentan por el hecho de que sus hijos no juegan de la misma forma en que jugaron ellos cuando eran niños, y esa es una de las razones más importantes por la que los niños tienen que alejarse de los adultos a la hora jugar: para poder hacerlo de forma adaptativa.


Tratar a los demás como iguales

En cuanto a la interacción, la principal diferencia entre adultos y niños tiene que ver con el poder. La interacción de un niño con un adulto siempre va a estar desequilibrada. Si los niños van a crecer y convertirse en adultos positivos para la sociedad, tienen que aprender a llevarse bien con los demás como iguales, y esto, en su mayor parte, sólo lo pueden practicar con otros niños, no con adultos. Una de las cosas más importantes de la infancia es aprender a llevarse bien con sus iguales, y en sus juegos, lo practican constantemente, es decir, prestar atención a las necesidades de otra persona, compartir, negociar que se respeten sus ideas y las de otras personas, etc. Esta puede ser la más importante de todas las habilidades que el ser humano debe aprender para una vida exitosa. Sin esta capacidad no es posible tener un matrimonio feliz, amigos o socios que cooperen en el trabajo.
La necesidad de aprender a lidiar con los demás en una relación de igualdad es la razón principar por la cual los niños necesitan crecer jugando con otros niños.


Los adultos y la sabiduría de la infancia

Los adultos de las sociedades de cazadores-recolectores parecían entender, o quizás lo hacían por una cuestión de necesidad, que los niños debían crecer con poca interferencia de los adultos. Esta comprensión comenzó a disminuir con la aparición de la agricultura, la propiedad de la tierra y las organizaciones jerárquicas de poder. A partir de allí, los adultos comienzan a ver como un deber promover la obediencia entre los niños, lo que a menudo implicaba la eliminación de la influencia de otros niños y la subordinación a la autoridad del adulto. Los primeros sistemas de enseñanza obligatoria, que fueron los precursores de nuestras escuelas de hoy, se crearon para tal fin.
Si hay un padre de las escuelas modernas, es el pastor August Hermann Francke, que desarrolló un sistema de enseñanza obligatoria en la Prusia del siglo XVII, que posteriormente fue copiado a lo largo de Europa, América y el resto del mundo.
Algunas instrucciones de Francke decían "Es necesario romper con la obstinación natural del niño mediante el seguimiento y la supervisión constante, ya que los jóvenes no saben como regular sus vidas y se inclinan naturalmente hacia un comportamiento inactivo y pecaminoso."

Hoy podemos decir que la premisa subyacente de la política de los adultos hacia los niños que pregonaba Francke, todavía está viva. De hecho, las fuerzas sociales han conspirado para hacerla más efectiva. Los padres se han convencido de que es peligroso e irresponsable permitir que los niños jueguen solos, sin la presencia de mayores. Al aumentar la cantidad de tiempo pasado en la escuela, la ampliación de tareas, la presión por altas calificaciones y la sustitución del juego libre por la casi siempre supervisión de un adulto, es el cóctel perfecto para evitar la práctica de la independencia, el trato igualitario y todas las demás cosas que los niños practican mejor con otros niños, que con los adultos.