La genética de la inteligencia


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Desde hace ya unos cuantos años sabemos que, gracias a estudios realizados en gemelos, determinados rasgos psicológicos como la personalidad o la inteligencia son influenciados por los genes.
Es por ello que los gemelos idénticos (que comparten todos los genes) no sólo son físicamente más similares entre sí que los gemelos no idénticos (que comparten la mitad de los genes) sino que también son más parecidos en términos de sus características psicológicas. Y ahora, gracias a una nueva técnica llamada puntuación poligénica los científicos pueden observar si las personas tienen variantes genéticas específicas o no, y en base a esto, hacer algunas predicciones muy precisas acerca de cómo será el desempeño de un individuo en el futuro.

Dicha técnica es relativamente sencilla. Imagine que en un estudio se encuentra que las personas com mayor coeficiente intelectual (CI) son mucho más propensas a tener una versión particular de un gen que las personas con menor CI. A continuación, en una muestra totalmente nueva, ver si las personas que poseen este "gen inteligente" están haciendo las cosas mejor que aquellos que no lo poseen. El método de puntuación poligénica es básicamente eso, observar si los individuos que tienen una variante genética específica están vinculados a una característica psicológica en particular. De esa forma, los genetistas van otorgando puntos de acuerdo a las variantes genéticas que hacen a la persona más susceptible a una determinada característica.

Dos nuevos estudios han aplicado esta técnica en el contexto educativo.
En el primer caso, se realizaron las puntuaciones poligénicas en base a un estudio genético anterior. Dicha exploración fue realizada por investigadores de la Universidad de Duke y se basaron en el 'Estudio de Dunedin', una investigación realizada en Nueva Zelanda, diseñada originalmente para indagar en cuestiones puntuales de salud y desarrollo infantil, pero que se continuó realizando durante 38 años.
Los resultados indicaron que los niños con puntuaciones poligénicas más altas aprendieron a leer más rápido, tuvieron más probabilidades de entrar a la universidad y fueron menos propensos a sufrir problemas financieros. También fueron quienes tuvieron más probabilidades de encontrar trabajos de alta cualificación en el extranjero y más propensos a casarse con personas de un estatus social más alto.
Es importante destacar que todo esto era predecible a partir de una puntuación que, en teoría, podría haber sido calculada el mismo día de nacimiento de los participantes, o incluso antes.

En el segundo caso, utilizando una investigación genética más reciente, científicos del King's College de Londres vaticinaron con precisión el rendimiento escolar de más de 4 mil adolescentes británicos de entre 7 y 16 años. Las puntuaciones se basaron sólo en variantes de ADN, a las que se puede acceder con una simple muestra de saliva o análisis de sangre. No hubo interacción previa entre la puntuación poligénica y el rendimiento escolar, capacidad cognitiva del estudiante o nivel socioeconómico de la familia.


Genética e inteligencia

Es un hecho de que a medida que se descubra más y más sobre la incidencia de la genética en la inteligencia, estas predicciones serán mucho más exactas. Es sólo cuestión de tiempo.
¿Esto quiere decir que estamos ante una nueva era de pruebas genéticas para seleccionar a los niños para los diferentes tipos de formación?

Por otro lado, ¿cuál sería la respuesta a esta situación? Seguramente muchos podrían argumentar que se deberían utilizar estas puntuaciones para predecir quienes serán los mejores y darles una educación de mayor calidad. En cambio, otros pueden argumentar que deberíamos utilizarlas para identificar a aquellos más proclives al esfuerzo. Y otros sugerirán otras opciones.

Estas diferentes interpretaciones, sumado al avance vertiginoso de la ciencia, hace crucial el inicio de un debate adecuado acerca de los potenciales usos de estos predictores genéticos. ¿Sería aceptable vaticinar abiertamente el nivel de capacidad de las personas a partir de una puntuación genética? ¿O deberían estos métodos ser utilizados sólo en investigación científica? ¿Será en un futuro esta técnica equivalente a los actuales tests vocacionales? ¿Qué ocurre si las consecuencias a largo plazo implican la selección de los embriones con las puntuaciones más altas?
La única manera de responder a estas delicadas cuestiones éticas es entender los pormenores y las limitaciones de la investigación genética.
A esta altura, la negación y la ignorancia ya no son una opción.


Referencias:
http://pss.sagepub.com/content/27/7/957
http://www.nature.com/mp/journal/vaop/ncurrent/full/mp2016107a.html



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