Darwinismo y salud: ¿por qué seguimos siendo tan vulnerables a las enfermedades?


darwin salud

La pregunta del título nos invita a reflexionar y a pensar los problemas de la salud humana desde otra perspectiva. Es decir, después de decenas de miles de generaciones de evolución de la especie y ya que la selección natural hace perdurar solo a los mejores genes ¿no debería el sistema inmunitario natural del cuerpo haber evolucionado de tal forma que las enfermedades sean cosa del pasado?

Esta hipótesis, se la plantearon en 1991 dos biólogos evolucionistas, Randolph Nesse y George Williams. Después de intensas discusiones y estudios, estos dos científicos se decantaron por 6 causas básicas acerca de esta teoría:


1.) Hemos estado, estamos y estaremos en una carrera evolutiva mortal contra nuestros agentes patógenos. Estos organismos biológicos (virus, bacterias, etc.) también han evolucionado, en algunos casos, más rápidamente que los seres humanos. Si bien hoy podemos hacer mucho para defendernos de ellos, por ejemplo, mediante antibióticos, estos organismos se protegen, a veces mutando. Y esta es una carrera que durará por siempre.


2.) El medio ambiente se modifica continuamente. Por ejemplo, durante los últimos 30 mil años algunos componentes biológicos y químicos del planeta han cambiado radicalmente. Muchas de nuestras vulnerabilidades a ciertas enfermedades son el resultado del desajuste existente entre la selección natural de la especie y la velocidad de los cambios medioambientales.


3.) Tenemos que hacer frente a la ley de las compensaciones impuestas por las leyes de la biología y la física. Por ejemplo, si tuviésemos huesos más gruesos podríamos reducir el número de fracturas que padecemos. Pero, desgraciadamente, esto vendría a expensas de reducir nuestra velocidad y agilidad, que también han sido muy beneficiosas para el desarrollo de la especie.


4.) La selección natural es completamente carente de previsión. Lo que significa que nuestro pasado evolutivo, a veces, nos juega en contra. Tomemos como ejemplo la asfixia, que es la cuarta causa de muerte accidental en el mundo. ¿Por qué nos atragantamos y nos ahogamos? Una respuesta sencilla sería que es el resultado de la intersección de la tráquea con el esófago, que comparten un orificio en la parte posterior de la garganta, y la epiglotis trabaja como una tapa, es decir, se cierra sobre la tráquea cada vez que tragamos comida o líquido, esto permite que los alimentos vayan al esófago e impide que pasen a la tráquea. Pero a veces la epiglotis falla o no cierra a tiempo y nos ahogamos.
Entonces, ¿Por qué la selección natural no ha generado una solución mejor a este tipo de problemas? Sí, la epiglotis se ha desarrollado como una solución temporal parcial a este problema, pero todavía estamos muy lejos de un buen "diseño". El problema de la asfixia es debido a la historia evolutiva, recordemos que nuestra especie tiene un origen acuático, y que tanto los pulmones, el esófago y el intestino provienen de tejidos similares que servían para atrapar oxígeno del agua. Con el tiempo, las branquias fueron dejando paso a los pulmones, que se convirtieron en nuestra fuente de oxígeno. Debido a que durante este proceso de desarrollo los pulmones surgen como una extensión del esófago, el aparato respiratorio no quedó totalmente desacoplado de nuestro sistema digestivo. Básicamente es por esto que nos ahogamos.


5.) La selección natural favorece los rasgos que aumentan el éxito reproductivo, no la salud. Sí, es verdad, muchas veces los rasgos genéticos tienen efectos positivos tanto sobre el éxito reproductivo como en la salud, pero esto no ocurre en todos los casos. O sea, desde una perspectiva evolutiva, cuando hay un conflicto, el éxito reproductivo siempre triunfa sobre la salud. Por ejemplo, la predisposición a algunas enfermedades o las conductas de riesgo asociadas con la adolescencia, pueden ser adaptativas si los genes responsables de dichas derivaciones también contribuyen al éxito reproductivo.


6.) Muchas veces asumimos erróneamente que ciertos síntomas son enfermedades. Algunos estados que sufrimos, como ser fiebre o náuseas, en ocasiones pueden ser reacciones defensivas del organismo. Pero como nos resultan desagradables, es común que las veamos como un "síntoma" de estar enfermo. Sin embargo, a menudo son adaptaciones beneficiosas en lugar de enfermedades.


Referencia: "Principles of evolutionary medicine" Peter Gluckman, Alan Beedle, Mark Hanson. Cambrige University Press, 2009.



Una introducción a la relación entre la conciencia y la atención visual


conciencia y atención visual


Los recientes avances en neurociencia, por ejemplo, las técnicas de resonancia magnética, han hecho posible poner a prueba los mecanismos cerebrales que están directamente relacionados con la percepción consciente. Y los trabajos sobre la atención visual tienen especial importancia en la experiencia consciente.

En realidad, la conciencia tiene cierta superposición con la atención visual, veamos cuatro argumentos que ayudan a explicar esta relación:


a) Muchas formas de atención se producen de forma automática, es decir, sin ser conscientes.

b) La mayoría de los puntos de vista filosóficos sobre la naturaleza de la conciencia conllevan algunos niveles de disociación entre la conciencia y la atención.

c) Existe una forma distintiva de atención consciente que no puede reducirse a la atención o a la conciencia.

d) Las consideraciones acerca de la evolución humana sugieren que la conciencia y la atención deben estar disociadas.


Estos argumentos ayudan a proporcionar una explicación sistemática de la relación entre la conciencia y la atención, que puede conducir a una mejor comprensión de los efectos de la percepción consciente.

En primer lugar, si observamos estudios referentes a la atención, que incluyen trabajos sobre la atención basada en el rendimiento, la atención espacial, la atención en objetos, la atención sin esfuerzo, los mecanismos de apoyo a las diferentes formas de atención (por ejemplo, las estructuras neuronales), y a su vez, la evolución de dichos mecanismos, veremos que la conciencia y la atención deben estar disociados en algún nivel, ya que funcionalmente, son diferentes procesos que operan de manera independiente, y que han evolucionado en momentos distintos.

Estas conclusiones nos llevarán a examinar la posibilidad teórica de tener formas sistemáticas de solapamiento entre la conciencia y la atención, lo que se ha denominado "atención consciente". Puede haber varias formas de atención consciente, incluidas las relacionadas con los sueños, la autoconciencia, los pensamientos reflexivos, los recuerdos autobiográficos y la atención sin esfuerzo. Lo que podemos concluir es que la atención consciente es una forma importante de la atención, y que en última instancia, nos ayudará a comprender mejor el propósito de la conciencia.

Es altamente probable que una mejor comprensión de la conciencia en general se pueda lograr mediante la descripción de la evolución de la atención consciente, así como también de los roles funcionales que la misma ejerce. Tales funciones incluyen la facilitación de interacciones empáticas, la formación de capacidades del lenguaje, la integración sensorial y la limitación de los contenidos de la conciencia. Es a partir de esto que podemos entender mejor el propósito de la conciencia y por qué ha evolucionado. Incluso poder desarrollar una mejor comprensión de este tipo de experiencias no sólo en seres humanos, sino también en otros animales.



La salud como atractivo físico


Es cierto que los cánones de belleza varían de una cultura a otra y que los gustos personales también difieren, pero hay ciertos elementos del atractivo que son universales.


grasa cara

En realidad, las características físicas que encontramos como atractivas en otra persona son las señales de capacidad reproductiva. Después de todo, una de las pautas básicas de la reproducción humana es la de pasar nuestros mejores genes a la próxima generación, y tiene sentido que queramos hacerlo con una persona saludable que nos ayude a lograr dicho objetivo.

En todas las culturas, tanto hombres como mujeres coinciden en ciertos rasgos físicos que encuentran deseables en una pareja. Por ejemplo, los hombres prefieren a las mujeres más jóvenes y que tengan las caderas más anchas que la cintura, porque ambas señales son sinónimo de una mejor capacidad reproductiva. Del mismo modo, las mujeres prefieren a los hombres mayores que ellas y que tengan los hombros más anchos que la cintura, ya que ambos factores indican una buena capacidad para proporcionar recursos para la crianza de los hijos.

Otra preferencia universal, por razones obvias, es la buena salud de la eventual pareja. Entonces, ¿cómo evaluamos los seres humanos instintivamente la salud de otras personas? Una reciente investigación de científicos canadienses publicada en la revista "Psychological Science" nos dice que lo hacemos mirando a la cara.

Los investigadores apuntan a que las personas tenemos un mecanismo innato para evaluar la salud de los demás a través de tres rasgos faciales. Dos de estas características están relacionadas con el color de la cara y la tercera con la grasa facial.


1.) Enrojecimiento de la piel

La sangre oxigenada es de color rojo brillante, y la coloración se nota en la cara cuando fluye a través de los capilares de la piel. La sangre desoxigenada, en cambio, tiene un matiz azulado y deja la piel con un aspecto pálido. Muchos trastornos, que van desde deficiencia de hierro a enfermedades respiratorias, tienen un impacto negativo en los niveles de oxígeno de la sangre. El modo de vida también tiene un impacto sobre el tono de la piel. Por ejemplo, el ejercicio aeróbico en forma regular conduce a una diferencia notable en el enrojecimiento de la piel.
El color rojo tiene un significado especial para los seres humanos, como así también para los primates. Los psicólogos evolutivos han especulado sobre las ventajas de ver enrojecimiento en la piel, algunos sugieren que los primates lo utilizan para reconocer la reciprocidad sexual en los genitales de las hembras. Sin embargo, debido a que los primates tienen caras relativamente sin pelos, ver un tono rojizo en la piel facial podría ayudar a evaluar también la salud de los demás miembros del grupo. Después de todo, es posible que desee permanecer lejos de alguien que está enfermo. Y si usted es un ambicioso macho beta, un aspecto pálido en el rostro de un macho alfa puede ser señal de oportunidad para usurpar el liderazgo.


2.) Coloración amarilla

La segunda característica facial de salud es la coloración amarillo brillante. Muchas frutas y verduras contienen carotenoides, que dan un color amarillo brillante, casi naranja, a la cáscara. Los carotenoides son antioxidantes que estimulan el funcionamiento del sistema inmune. Las enfermedades del sistema inmune tienden a agotar los carotenoides del cuerpo, dejando así la piel pálida.
Por ejemplo, los científicos han hallado que sólo tres porciones de frutas y verduras al día conducen a incrementos notables en este tono de color de piel en pocas semanas.
Los investigadores también señalan que las personas podemos detectar cambios en las tonalidades rojo y amarillo a pesar de los niveles de melanina de la piel. La melanina es el pigmento oscuro responsable de los distintos tonos de coloración de piel que utilizamos como marcador de raza u origen étnico.
Así como los tonos rojos y amarillos (separados y combinados) de la piel son signos de buena salud, también su exceso es lo contrario, es decir, señal de mala salud. Lo que los investigadores dicen es que, precisamente, es la justa medida de combinación de estos tonos lo que los humanos percibimos como indicio de si la persona goza de buena salud o no.


3.) Grasa en la cara

El último factor de salud son los depósitos de grasa que poseemos en la cara. Las investigaciones indican que los seres humanos, inconscientemente, evaluamos la cantidad de adiposidad en la cara como un atributo de salud.
Por ejemplo, el índice de masa corporal (IMC) es un método estándar para determinar si una persona tiene un peso normal. Se calcula con una relación entre altura y peso. Sin embargo, el IMC no siempre es una evaluación precisa de grasa corporal. En particular, en el caso de las personas con cantidades significativas de masa muscular, este índice les diría que tienen sobrepeso, a pesar de que los niveles de grasa corporal sean normales. En este sentido, los depósitos de grasa en la cara suelen reflejar mucho más cabalmente la adiposidad del resto del cuerpo y esto, a su vez, con la salud en general de la persona.


El enrojecimiento de la piel de la cara, el tono amarillo y la adiposidad del rostro han sido las tres características más importantes que los participantes de la investigación distinguieron en las caras de otras personas como sinónimo de salud (o la falta de ella). Esto es parte de nuestra intuición para valorar rápidamente el estado de salud de cada persona con la que nos encontramos.
El mensaje final es simple: si desea aumentar su atractivo, olvídese de los cosméticos, las camas solares, el botox o las liposucciones. En su lugar, lleve un estilo de vida saludable con una dieta equilibrada y haga mucho ejercicio. No sólo lucirá más atractivo para las demás personas, sino que también se sentirá mejor consigo mismo.


Referencia:
https://www.highbeam.com/doc/1G1-446108395.html



Infidelidad y cerebro: hombres que prefieren mujeres que están en pareja


Existen fuertes razones sociales para desalentar la infidelidad, incluso muchas sociedades tienen sanciones contra ella. Esto se refleja en las normas universales de casi todas las religiones, todas ellas tienen un gran interés en el sexo, porque, como sabemos, una de las principales funciones de las religiones es el control social. O sea, está socialmente mal visto que una persona muestre interés por otra que ya está en una relación.


infidelidad

Sin embargo, existen muy fuertes razones biológicas para incitar a la infidelidad, por ejemplo, hombres que intentan seducir mujeres que ya están en pareja con otros hombres. Es que el macho tiene el mandato biológico de engendrar tantas crías como le sea posible, esta es una regla general de la naturaleza, no solo para los seres humanos.
La diferencia es que la inteligencia del cerebro humano nos permite crear pautas y costumbres adicionales que tienden a desalentar la infidelidad, diseñando castigos elaborados, tanto físicos como sociales, para quienes rompen estas reglas.
A pesar de esto, hay muchos hombres que buscan conquistar mujeres de otros hombres. ¿Puede la ciencia diferenciarlos?


La investigación

Una investigación reciente sobre el cerebro reveló información interesante acerca de este tema. El estudio fue llevado a cabo conjuntamente por investigadores de las universidades de Duke (EEUU) y Kioto (Japón). A un grupo de hombres, entre los que había casados y solteros sin relación, se les mostró cuatro imágenes:


  • Una mujer atractiva con pareja
  • Una mujer atractiva sin pareja
  • Una mujer poco atractiva con pareja
  • Una mujer poco atractiva sin pareja

Se consultó a cada uno de ellos si le gustaría tener una relación con alguna de las mujeres, de ser afirmativa la respuesta, con cual de ellas le gustaría tener una relación.
Respondieron afirmativamente el 92% de los hombres solteros y sin relación, y el 40% de los hombres casados o con pareja. Como era de esperar, aquellos que respondieron afirmativamente, optaron mayoritariamente por las mujeres atractivas, también prefirieron en mayor medida a la que no tenía pareja. Hasta el momento, todo bastante normal. Sin embargo, hubo un porcentaje de hombres que estaban dispuestos a embarcarse en una relación con una mujer que ya tenía pareja.

Lo que no hemos dicho hasta ahora es que durante el sondeo, los cerebros de los hombres estaban siendo escaneados mediante resonancia magnética. Diferentes partes del cerebro reaccionaron a diferentes aspectos de la prueba.
Las mujeres atractivas activaron una región del cerebro llamada estriado ventral, esta zona cerebral se asocia a la preocupación por obtener una recompensa, por lo que el cerebro estaba demostrando su previsión de un potencial buen momento.
Sin embargo, otra parte del cerebro reacciona a la presencia de la pareja de la mujer: la corteza parietal. Esta región cerebral es conocida porque se activa ante la preocupación que genera una toma de decisión. Lo que estaba reflejando el cerebro era el efecto inhibidor al ver que la mujer tenía una pareja, y tomar una decisión sobre esta base, tal vez respetando las reglas sociales que impiden atraer parejas de otros individuos.

Pero el hallazgo más interesante de la investigación fue el caso de los hombres que estaban dispuestos a entablar una relación con una mujer que ya tenía pareja. En estos casos se activa en ellos el lóbulo frontal orbital. Esta es un área del cerebro conocida por estar fuertemente involucrada en las emociones, en particular, en la regulación de respuestas emocionales. Lo singular de esto es que, los hombres casados o en una relación que estaban dispuestos a tener relaciones con mujeres casadas, tenían, en promedio, el lóbulo frontal orbital más pequeño que los hombres solteros también dispuestos a tener una relación con mujeres con pareja.


Por ejemplo, las personas que tienen el lóbulo frontal orbital más pequeño tienden a tener comportamientos altamente conflictivos e inadecuados, incluso con tendencia al delito.

Por lo tanto, la pregunta es: ¿Son estos hombres propensos a buscar relaciones con mujeres que ya están en pareja debido a la manera en que sus lóbulos orbitales frontales funcionan, o se trata simplemente de una respuesta oportunista ante tal evento?

Sólo la investigación adicional puede decidir esto, pero la posibilidad de que algunos hombres tienden a tener este tipo de comportamiento debido a la forma en que sus cerebros funcionan, es una realidad.


Referencia:
http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/27109897



Entendiendo la neurodiversidad


Nuestra comprensión de condiciones que se consideran anormales o patológicas han mejorando, en gran medida, gracias a la investigación científica. Ahora sabemos que muchas enfermedades de origen genético desencadenan eventos neuronales y bioquímicos que requieren de un equilibrio muy preciso para su desarrollo y funcionamiento cognitivo. Tal equilibrio no puede ser simplemente reducido a la dicotomía entre "sano" y "patológico", existen muchos más matices en la balanza.


neurodiversidad

También se sabe que muchas condiciones no deben ser consideradas como "enfermedades raras", porque estas, incluyendo el autismo, tienen una presencia sistemática, en diferentes grados, en el genoma humano.
Por otra parte, ya que algunas de estas condiciones traen consigo habilidades excepcionales, parece que, efectivamente pueden desempeñar un papel en la diversificación del repertorio de habilidades cognitivas de la especie humana.
Por estas y otras razones (incluidas las morales) el mundo científico ha acuñado el término neurodiversidad, con el fin de apreciar mejor las diferencias neurológicas sin estigmatizarlas como patológicas.

También ocurre que con el propósito de lograr más simplicidad, muchas teorías tienden a categorizar excesivamente. Por ejemplo, puede ser demasiado simplista describir como normal a un solo tipo de conciencia o un solo tipo de racionalidad. En cambio, cualquier cosa que se aparte de dichas categorías percibirlo como anormal, inadecuado o patológico. Sin embargo, hay buenas razones para pensar que en el mundo cognitivo, la flexibilidad es una virtud.

Algunas condiciones no solo producen discrepancias en cuanto a ser categorizadas como una discapacidad, sino que además traen consigo notables habilidades de memoria y visualización. Los trastornos de déficit de atención y el autismo son casos claros, pero también lo son las rutinas de atención repetitivas, como los comportamientos obsesivos compulsivos. El tipo de atención consciente que experimentan estas personas es diferente del tipo de conocimiento que consideramos "normal". Sin embargo, un procesamiento de información sensorial diferente no debería ser considerado como "anormal". Podemos pensar que estas formas de atención atípicas posiblemente podrían tener un propósito evolutivo.

Incluso en personas consideradas "normales" es posible encontrar casos interesantes de neurodiversidad. En primer lugar está la cuestión de condiciones que se producen en formas y grados leves, y que son aspectos de la vida mental habitual, por ejemplo, rutinas o pensamientos que se repiten con frecuencia. También están los cambios que marcan la transición de la infancia, la adolescencia y la edad adulta. Por ejemplo, hay cambios neurogenéticos bien conocidos que culminan con la maduración de la corteza frontal después de la adolescencia. Los niños experimentan la conciencia de manera diferente, con mucha más flexibilidad atencional.
Aquí hay una compensación similar a la que existe entre una "discapacidad" y una notable habilidad. Es durante la infancia que aprendemos un conjunto de habilidades complejas que luego utilizamos y que desaparecen cuando somos adultos. Esto es, obviamente, una amplia y no del todo exacta analogía con casos auténticos de neurodiversidad, pero ayuda a ilustrar el punto.

Sin dudas que hay una clara ventaja evolutiva en la neurodiversidad. Consideremos la especial atención de patrones y estructuras matemáticas característica de algunas personas autistas, o las extraordinarias capacidades del tipo de procesamientos visuales o auditivos. Como especie, ha sido claramente ventajoso tener diferentes estilos de empatías, razonamientos y aprendizajes.

Es factible pensar que puede haber algunas razones evolutivas importantes por las que nos enfrentamos con un amplio espectro de habilidades y desafíos relacionados con nuestra vida mental. Esta perspectiva sobre neurodiversidad viene siendo debatida cada vez más por el mundo científico, ya que ofrece perspectivas muy interesantes para futuras investigaciones.



No todo es entrenar: ¿Qué hace a un deportista mejor que otro?


La importancia de la práctica o entrenamiento para obtener un rendimiento de primer nivel en el deporte u otros ámbitos, como la música o el ajedrez, tuvo como punto de inflexión un estudio presentado por el psicólogo Anders Ericsson, en el cual se afirmaba que para alcanzar la excelencia se necesitaban, al menos, 10 mil horas de práctica.


deportistas

Posteriormente, quizás por el nivel de controversia de tal conclusión, Ericsson adujo que su investigación fue distorsionada, asegurando que él nunca afirmó que, con una práctica suficiente, cualquier persona podría alcanzar un rendimiento de élite. Según aclaró, lo que quiso decir fue que "entre los competidores de élite, aquellos que pasan más tiempo perfeccionando sus habilidades, son los que generalmente obtendrán los más altos niveles".

Pero para contrariarlo nuevamente, un nuevo meta-análisis publicado recientemente en la revista "Perspectives on Psychological Science" muestra que las diferencias en la cantidad de práctica no explican los niveles de rendimiento entre los atletas de élite.
Y en los niveles sub-élite, si bien es un factor relevante, de ninguna manera es el más importante.


La investigación

En este último estudio, la investigadora Brooke Macnamara y un grupo de colegas de la Universidad de Princeton, rastrearon investigaciones y literatura disponible hasta 2014 encontrando resultados relevantes procedentes de 34 estudios, algunos publicados y otros no, sobre la incidencia de la práctica y los niveles de rendimiento de 2765 atletas de varios deportes como el fútbol, voleibol, natación y atletismo.

Lo que encontraron fue que, en un nivel de élite, la cantidad de entrenamiento no se relacionó con un mejor rendimiento, es más, en términos estadísticos representa menos del 1% de la variación de la productividad total. En vez de tiempo de práctica, los factores que más hicieron la diferencia fueron los fisiológicos (influenciados por la composición genética), así como cuestiones psicológicas complejas, como la personalidad y la confianza. Además de la experiencia en la competencia.

En los niveles sub-élite, los rangos de práctica eran un poco más relevantes para el rendimiento: un 19% de la variación del rendimiento deportivo. Por tanto, un factor significativo, pero de ninguna manera el único ni el más importante.
Otro hallazgo del estudio fue que, en el caso de los deportistas más habilidosos, tendían a no comenzar la práctica deportiva en las edades más tempranas. Esto desafía la noción de que los artistas y deportistas más talentosos tienden a comenzar a edades más prematuras.

Los investigadores aseguraron que la práctica es un factor que contribuye a generar diferencias de rendimiento en una amplia gama de habilidades, pero de ninguna manera puede contribuir en las diferencias de rendimiento en los más altos niveles de competencia. En los grados más altos de competitividad, ya sea deportiva, musical, etc. se deben tener en cuenta otros factores, por ejemplo, capacidad cognitiva, personalidad y genética, éstos son los elementos que sí hacen la diferencia.


Referencia:
http://pps.sagepub.com/content/11/3/333



Niños, niñas, juguetes y género


juguetes

Generalmente tendemos a pensar que los niños pequeños prefieren jugar con algún tipo de vehículo o balón y que las niñas prefieren hacerlo con muñecas. Ahora bien, ¿esto es así porque se les enseña desde una muy temprana edad a jugar de esa manera o sus hábitos de juegos sólo reflejan diferencias innatas de las predilecciones entre los sexos?

En un mundo donde existen grandes desequilibrios de género, esto es una cuestión controvertida. La evidencia de las diferencias en los intereses por juguetes con respecto al sexo del niño, podría apoyar la idea de que esta disparidad no sólo se debe a expectativas culturales, sino que también podría, en parte, deberse a inclinaciones innatas.


La investigación

Un estudio desarrollado por la Universidad de la Ciudad de Londres (City University London) indagó en este tema mediante pruebas de preferencias de juguetes en niños de ambos sexos de entre 9 y 32 meses, durante sesiones de jugos libres en una guardería.
Los resultados parecen apoyar la idea de que tanto niños como niñas muestran preferencias innatas antes de que tengan edad suficiente para estar al tanto de las diferencias de género. Todo esto, obviamente, en ausencia de sus padres o cuidadores, que de otro modo podrían influir en ellos para jugar con determinados juguetes.

Para ello se realizaron varios experimentos con 47 niñas y 54 niños de distintas guarderías de la ciudad de Londres. Cada prueba se realizó en un lugar tranquilo, alejado de los otros niños de la guardería.
Cada niño estaba rodeado por un semicírculo de seis juguetes, tres juguetes típicamente estereotipados como masculinos (un coche, una pelota y una excavadora) y tres juguetes típicamente femeninos (una muñeca, un peluche color rosa y un cochecito de bebé).

Los juguetes fueron colocados en un orden aleatorio dentro del alcance del niño. A continuación, durante tres minutos los investigadores tomaron nota de todo lo que el niño tocó o movió deliberadamente.

Previo al estudio los niños habían sido divididos en tres grupos: entre 9 y 17 meses, entre 18 y 23 meses y entre 24 y 32 meses.
Los resultados indicaron que en los tres grupos hubo un patrón claro: los varones mostraron más interés y jugaron más tiempo con juguetes para niños, y las niñas mostraron una tendencia similar con los juguetes para niñas. En términos estadísticos el efecto de estas diferencias era grande.

Otro hallazgo interesante fue que estas preferencias mostraron una trayectoria de desarrollo diferente para ambos sexos. En el caso de los varones, a medida que crecían, mostraban una predilección más fuerte hacia los juguetes masculinos. Mientras que las niñas más pequeñas tuvieron una fuerte preferencia hacia los juguetes femeninos, que iba disminuyendo levemente con el crecimiento.

Naturalmente, es posible que los niños pudieran haber sido ya influenciados para jugar con determinados juguetes por sus padres o cuidadores. Sin embargo, los investigadores llegaron a la conclusión de que las diferencias de sexo en la elección de un juguete antes de la edad en la que normalmente se demuestra una identidad de género, es coherente con criterios biológicos innatos. Además, estos resultados concuerdan con una investigación anterior, la que mostró que niños de sólo tres meses de edad miraban casi el doble de tiempo un juguete cuando este correspondía a su mismo género.


Referencia:
http://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1002/icd.1986/abstract



Lo que el miedo le hace a nuestra visión


miedo ojos

Diciembre de 2015, un policía observa a una persona con una aparente arma de fuego en plena calle, el policía le da la voz de alto, el sospechoso no obedece, el policía dispara y hiere al individuo. El detalle es que, lo que el hombre tenía en su mano era un teléfono móvil, no un arma. Esto ocurrió en Boston (EEUU) y desencadenó protestas de los ciudadanos.

Cuando una persona toma decisiones rápidas en situaciones bajo tensión momentánea, pueden ocurrir una serie de efectos físicos y mentales automáticos, el llamado "comportamiento paralizante". Solemos ver este tipo de reacción en animales, por ejemplo, un ciervo que queda inmóvil ante la presencia de un depredador.

En el caso de los seres humanos la respuesta fisiológica puede ser similar.
Por ejemplo, un estudio realizado en 2009 encontró que, en respuesta a fotos de accidentes de tráfico con personas seriamente heridas, los individuos que observaron las imágenes vieron disminuidos sus movimientos físicos y su ritmo cardíaco.

Sin embargo, todavía hay mucho más que necesitamos saber acerca de los efectos de esta respuesta en el ser humano, por ejemplo, el efecto que tiene sobre la percepción visual.


La investigación

Un estudio realizado en la Universidad de Radboud (Países Bajos), puso a prueba a 34 estudiantes de edades entre 18 y 27 años.
Para generar un comportamiento de paralización, los investigadores dieron a los participantes una pequeña descarga eléctrica que siempre fue precedida por un punto rojo en la pantalla de un ordenador. A los participantes se les dijo que estaban siendo parte en una prueba de percepción visual.

No era la descarga eléctrica en si lo que hacía a los estudiantes sentir el comportamiento paralizante, sino más bien era la anticipación de la descarga. Cuando observaban un punto verde (no habría descarga) se sentían más relajados, pero cuando veían un punto rojo, se observaban los síntomas de este comportamiento.

La tarea de los estudiantes era clasificar, con la mayor precisión posible, la orientación de las líneas dentro de pequeños cuadrados que aparecían en la pantalla del ordenador. Estos cuadrados podían tener varias líneas (más detalle) o pocas líneas (menos detalle), como se ve en la imagen.


líneas

Esencialmente, lo que los investigadores encontraron fue que el rendimiento visual de los participantes se vio afectado por los signos fisiológicos de la paralización. Esto quiere decir que, bajo niveles de estrés, los participantes eran mucho mejores en la percepción de los cuadrados con menos detalle.

En investigaciones anteriores se había sugerido que la respuesta a la paralización conduce a una mejora global de la visión, pero estos nuevos estudios sugieren una situación más matizada. Parece ser que cuando tenemos miedo, percibimos algunos aspectos de nuestro entorno con mayor claridad, pero a costa de ignorar muchos de los detalles

Intuitivamente tiene sentido que un animal o humano sólo vea los detalles más básicos ante una escena potencialmente peligrosa, dado que es importante que seamos capaces de percibir las cosas rápidamente. En lugar de analizar cada objeto nuevo en profundidad, ante una situación extrema, nuestro cerebro apela a la memoria de acontecimientos y situaciones similares. Son precisamente estos accesos directos lo que pueden dar lugar a errores o ilusiones visuales.

Referencia:
http://psycnet.apa.org/?&fa=main.doiLanding&doi=10.1037/xge0000117