No es lo que dices sino como lo dices


Cuando un bebé interactúa con su madre emite un montón de sonidos inentendibles y es muy común que la madre haga lo mismo, después de todo, el niño no comprende lo que su madre le dice. Es decir, no es importante lo que le dice sino como se lo dice.


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El lenguaje que utilizan las madres con sus bebés es bastante diferente del lenguaje común. El tono de voz es distinto, el ritmo es más regular y hay abundancia de repeticiones.

Varios investigadores han estudiado las conexiones entre el lenguaje materno y la evolución del lenguaje humano. Por ejemplo, algunos antropólogos están convencidos que el habla evolucionó a partir de las vocalizaciones de las madres calmando a sus bebés.
Según esta hipótesis, el lenguaje humano comenzó a desarrollarse a partir de estas expresiones verbales maternas, que con el transcurso de muchas generaciones se fueron convirtiendo en una forma de comunicación entre los demás miembros de la tribu.

Nuestros primos evolutivos, los chimpancés, también viven en sociedades relativamente complejas, en las que se construyen y mantienen las relaciones sociales a través del aseo mutuo, y aunque este aseo también tiene un propósito higiénico, es en la limpieza de la piel donde se consolidan gran parte de sus relaciones sociales.
Si bien los seres humanos también participamos de este tipo de comportamientos, por ejemplo, arreglarle la ropa a otra persona, hemos encontrado una manera mucho más fácil y eficaz de construir y mantener esas relaciones: la conversación. Por tanto, para el ser humano la conversación tiene un cometido similar de construcción de vinculaciones sociales que el aseo de los chimpancés.

Dicha hipótesis, que si bien no consigue asegurar como fue exactamente la evolución del lenguaje, se centra en los aspectos sociales del uso del habla y además nos induce a pensar en lo que el lenguaje verdaderamente es, o sea, un sistema de trasmisión de pensamientos de una persona a otra.
Ciertamente, el lenguaje puede ser utilizado para trasmitir información, y sin embargo, dos amigos que conversan durante horas, pasado un tiempo, probablemente lo único que quede grabado en sus memorias es que pasaron un buen momento de charla, pero no recuerden los detalles de lo que hablaron.

En otras palabras, pensemos que frecuentemente en nuestras relaciones sociales no es tan importante el contenido sino la comunicación de sentimientos y la construcción de mutua confianza y afecto. O sea, una charla agradable entre amigos tiene mucho en común con el lenguaje de una madre con su bebé. Esto es así porque nuestro cerebro, que alguna vez fue el cerebro de un bebé, instintivamente analiza primero no lo que le dicen sino como se lo dicen.