¿Cómo nos hace saber un director de cine quiénes son los buenos de la película?


Está claro que para algunos la empatía es instantánea, por ejemplo, el entrañable extraterrestre de ET. Pero no todos los personajes son tan agradables desde el primer momento, es allí dónde el director debe lograr que el espectador sienta afinidad con determinados personajes.


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Miremos a "Butch" el personaje de Bruce Willis en "Pulp Fiction" (en algunos países de habla hispana se llamó Tiempos Violentos) en las primeras escenas hace trampa en un combate de boxeo, mata a su oponente arriba del ring, maltrata a su novia y mata a tiros a uno de los protagonistas. Pero a pesar de ello, Butch resulta ser un personaje que no genera rechazo, sino más bien todo lo contrario. ¿Qué técnicas emplean los directores de cine para hacernos sentir empatía hacia determinados papeles?
Básicamente existen dos técnicas que los cineastas utilizan para conseguir que el espectador sienta especial afinidad con ciertos personajes de una película.


1) Expresiones faciales

En primer lugar, se utilizan las expresiones faciales para transmitir el estado de ánimo y generar empatía con el personaje. Dado que las expresiones faciales (sorpresa, felicidad, miedo, ira, tristeza, etc.) transmiten las mismas emociones en prácticamente todas las culturas, el director puede valerse de un actor que sea bueno interpretando situaciones emotivas para dar al público una pista de los sentimientos de ese papel, incluso si contradice lo que ese personaje dice de si mismo. O sea, el director se aprovecha de los procesos emocionales básicos para ayudarnos a entender los sentimientos de sus personajes.
Los primeros planos son la base de esta técnica ya que nos puede mostrar lo que el protagonista está sintiendo, y como nuestro estado de ánimo tiende a alinearse con las personas a las que les estamos prestando atención, especialmente cuando son emociones fuertes reveladas a través de expresiones faciales, esto genera un sólido sentido de empatía hacia el personaje.

Volviendo a "Pulp Fiction" después que Butch ha matado a su oponente, la taxista le pregunta que se siente haber matado a alguien, a lo que Butch le contesta que no se siente mal por haber matado a su rival, esto no es algo que inspire empatía precisamente, pero a pesar de que sus palabras suenan frías, su cara nos dice otra cosa, las cejas interiores levantadas y la mirada súbitamente hacia el piso indica una clásica expresión de tristeza, con lo que el público sentirá afinidad con el personaje a pesar de haber ocasionado un hecho negativo.


2) Punto de vista

La segunda estrategia consiste en hacer ver al público la narración a través de los ojos del personaje mediante la técnica que algunos llaman POV (siglas de 'point of view' punto de vista en inglés) también se conoce como “efecto Kuleshov” ya que su creador fue el director ruso Lev Kuleshov. Esta técnica implica la alternancia de tomas de la cara del actor con tomas que son los ojos del personaje, vemos lo que él ve. O sea, percibimos el mundo a través de los ojos del protagonista.
Kuleshov decía que esta secuenciación en algunos casos era tan potente que los actores no tenían que esforzarse demasiado mostrando sus emociones. Por ejemplo, exhibir al público la cara neutra de un niño y hacer una secuencia POV, hacía sentir al público una sensación de cariño inmediata. Si a esto le agregamos un villano en la escena, el público interpretará la misma expresión facial neutra como una transmisión de sentimientos de desprecio.


Para terminar...

Por tanto, cuando esté sentado en el cine o en su casa mirando una película y se pregunte por qué se siente tenso cuando algo malo le sucede al protagonista o por qué nos alegramos cuando muere el villano, podrá tener alguna idea de como los directores consiguen que experimentemos emociones tan fuertes hacia personajes que en definitiva son ficticios. Ellos logran que, aunque sea por un momento, percibamos como propio lo que los personajes sienten y veamos el mundo a través de sus ojos.



Entender la creatividad: ¿Qué nos lleva a crear?


A lo largo de la historia, los factores y procesos que estimulan la creatividad han sido un misterio para el hombre, es por esta causa que, subyacentemente, en la antigüedad se apelaba a un vocabulario que invocaba a lo fantástico para describirla, por ejemplo "inspiración divina" se ha utilizado con frecuencia para describir lo inherente a la creación de las grandes obras.


creatividad

En tiempos remotos, se apelaba a fuerzas celestiales y omnipresentes para explicar cualquier cosa considerada no natural, desde grandes desastres o enfermedades hasta las obras de los genios de la época. Ahora que tenemos una comprensión mucho más profunda de la psicología humana y de los procesos científicos que ocurren en el universo, entendemos mejor muchos de aquellos fenómenos que alguna vez fueron verdaderos misterios.

Si bien la ciencia todavía está tratando de entender completamente la mente y el comportamiento humano, el psicoanálisis ha dado algunas potenciales pistas de porqué creamos. Por ejemplo, Sigmund Freud que si bien con su método psicoanalítico no pudo explicar por completo los procesos detrás del arte y la creatividad, llegó a una serie de conclusiones sobre el tema.


Freud y la creatividad

Freud sostenía que el proceso creativo es una alternativa a la neurosis, una especie de mecanismo de defensa contra los efectos negativos de las mentes atormentadas, una manera de traducir esa energía en algo socialmente aceptable, con lo que el individuo podría complacer y entenderse con los demás.
Desde ya que no todo el arte es socialmente aceptable, pero aún así, los artistas rechazados buscan una validación de su talento en la aprobación de algunos artistas con ideas afines, como mecanismo de defensa.

Si nos basamos en la teoría de la personalidad de Freud, la principal fuente de inspiración para el arte tiene sus raíces en la libido, esta energía se convierte en una forma de interpretación más compleja y se manifiesta culturalmente a través del individuo con el fin de ayudar a que su ego se sienta más ajustado y aceptable para el resto de las personas. Es decir, corrige impulsos excitantes transformándolos en obras creativas agradables.


Según Freud, es a través del arte que el artista puede expulsar la energía detrás del deseo y sentir una especie de satisfacción casi igual al deseo original que se está gratificando, y quizás mejor, ya que carece de las consecuencias nefastas de la culpa.

Lo que Freud no pudo entender a través de su método psicoanalítico, es de qué forma el artista logra elaborar su arte de manera tal que genere tanto placer en los demás, esta perspectiva referente al "don" del artista, fue un misterio para el padre del psicoanálisis.
Algunos investigadores posteriores se atrevieron a conjeturar algunas respuestas, entre muchas, una de las más nos gusta es la teoría de la conexión con el "niño interior". Muchos científicos afirman que los artistas están más en contacto con su niño interior (y los procesos que los niños utilizan para entender el mundo) y es precisamente está conexión lo que produce un "clic" en las otras personas, generando una atracción hacia el artista y su obra (conexión que ellos pueden haber perdido al ocuparse más por los aspectos de la realidad externa).

Sin embargo, hasta ahora nadie está muy seguro de como surge este talento, ni como se puede desarrollar en quienes no está presente de forma natural.



¿Por qué sentimos atracción por los escenarios apocalípticos?


¿Por qué estamos tan fascinados con la elaboración de representaciones mentales de posibles escenarios en los cuáles el mundo es destruido?


apocalipsis

Al éxito de "The Walking Dead" habría que sumarle todas las películas sobre el fin del mundo que se han visto en los últimos años, videojuegos como "Call of Duty" o, por ejemplo, lo que ocurrió previamente al 21 de diciembre de 2012. Nuestro encanto por las narraciones apocalípticas va desde lo inofensivo de la ciencia ficción hasta las relacionadas con cuestiones militares o de fundamentos religiosos. ¿De dónde viene tal atracción? Veamos un par de posibilidades.

En primer lugar, como seres racionales que somos, en mayor o menor medida siempre tenemos presente que existe el final de la vida, somos la única especie sobre la tierra que sabe que va a morir. Nuestra inteligencia sumada a esa certeza de la muerte nos ha dotado de una capacidad para el pensamiento abstracto, complejo y temporal, único.
Esa misma inteligencia y capacidad que nos permite desafiar a la naturaleza con increíbles proezas en las distintas ramas de la ciencia, también nos hace capaz de crear mundos de fantasía en escenarios hipotéticos. O sea, tenemos una gran imaginación y nos gusta utilizarla, pero así como nos gusta imaginar escenarios plácidos, como situaciones agradables o romances poco realistas, también nos gusta imaginar situaciones catastróficas, por ejemplo, en las que el mundo es destruido.

En segundo lugar, esta misma impresionante capacidad cognitiva que allanó el camino para el dominio del planeta, también facilitó el camino para una cierta angustia existencial. Podemos soñar e imaginar todo tipo de cosas interesantes y maravillosas, pero también podemos imaginar todo tipo de cosas horrendas y aterradoras.
Y a medida que la ciencia ha venido discutiendo cada vez más sobre el significado de nuestra existencia, paralelamente nos ha hecho reflexionar sobre la posibilidad de que somos organismos insignificantes que existen por casualidad y que nacemos para sufrir el mismo mortal destino que cualquier otro organismo insignificante. En otras palabras, tenemos la capacidad de cuestionar nuestro significado existencial, nuestra razón de ser. Y este cuestionamiento existencial puede hacer a las narraciones apocalípticas más seductoras, ya que permiten a los humanos (al menos a algunos) ser más que mortales seres insignificantes. Por ejemplo, muchas de las creencias apocalípticas son de naturaleza religiosa y allanan el camino para que un determinado grupo religioso sea rescatado de los horrores del mundo y llevado a un nuevo reino, libre del sufrimiento humano y de las injusticias que no podemos dar sentido en nuestra realidad actual.

Está claro que esta atracción por un apocalipsis seguido de un renacimiento mítico no es específico de la religión. Algunas narraciones apocalípticas están basadas en un reinicio cultural, en el que podemos escapar de todos los problemas y complejidades de la vida moderna y empezar de nuevo.


Un escenario apocalíptico que se centra en la caída del poder dominante, de la infraestructura social y tecnológica que controla nuestras vidas, puede ser atractivo para mucha gente.

Esta manera extrema de pensar el mundo, puede estar motivada por una ancestral nostalgia en la que algunas personas se imaginan que la vida en el pasado era más simple y mejor.

También es necesario destacar que muchas de estas narraciones apocalípticas, ya sean religiosas o no, incluyen alguna forma de heroísmo en el que el bien triunfa sobre el mal, una especie de proceso de redención. O sea, que sucede algo malo pero las personas que luchan o que tienen determinada fe, finalmente son salvadas del mal. Esta redención heroica (religiosa o no) no es otra cosa que un sentimiento humano muy primitivo: permitir a los individuos sentir que son parte de un acontecimiento grandioso y significativo.



5 factores que mejoran nuestra salud sin darnos cuenta


Generalmente las personas tomamos algunas medidas de forma deliberada para mejorar nuestra salud: nos cuidamos en las comidas, hacemos deportes, no fumamos, etc. Pero en la vida diaria también existen otros factores que pueden ayudar a mejorar nuestra salud y que a veces no somos tan conscientes de ello.


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1.) Vecindario amigable

Tener una buena relación con sus vecinos y confiar en ellos, disminuye las probabilidades de un ataque cardíaco en adultos mayores. En concreto, vivir en un barrio más solidario está correlacionado con un 17% menos de riesgo de ataques al corazón, incluso teniendo en cuenta otros factores. Esta conclusión surgió a partir de un sondeo realizado por un equipo de investigadores de la Universidad de Boston a 5 mil adultos en un período de 4 años. Estas personas eran de ambos sexos y tenían un promedio de edad de 70 años.


2.) Trabajar cerca de una ventana

Un estudio llevado a cabo por la Universidad de Northwestern comparó a 30 personas que trabajaban en lugares sin ventanas, con 30 personas que trabajaban en lugares con ventanas. Los trabajadores que estaban más expuestos a la luz natural tenían, en promedio, mejor calidad de sueño, menores niveles de estrés y eran más activos en su trabajo. Según los autores del estudio, la exposición a la luz natural, especialmente por la mañana, tiene efectos beneficiosos sobre el estado de alerta del cerebro, el estado de ánimo y el metabolismo, ya que la luz solar es un poderoso agente para la sincronización de los biorritmos.


3.) Trabajar cerca de plantas

Y hablando de lugares de trabajo, en las oficinas que cuentan con plantas verdes no sólo aumenta la productividad de los trabajadores hasta casi un 20% sino que también se sienten más felices. El simple hecho da añadir plantas en un lugar de trabajo, hizo a los trabajadores más comprometidos con su tarea dado que aumentó su capacidad de concentración. Los resultados de este estudio forman parte de una investigación más amplia que sugiere que las plantas en el lugar de trabajo reducen el estrés, aumentan la capacidad de atención, mejoran la calidad del aire y aumentan el bienestar emocional.


4.) No mentir

Un estudio llevado a cabo en la Universidad de Florida por la Profesora Anita Kelly y su equipo, concluyó que la honestidad es la mejor política cuando se trata de salud. En efecto, dicha investigación aseguró que las personas que mienten frecuentemente viven menos, pero no sólo eso, a lo largo de su vida, quienes generalmente dicen la verdad tienen, en promedio, 7 enfermedades menos que quienes acostumbran a mentir. Un estudio anterior ya había afirmado que quienes mienten en forma frecuente tienen más altos niveles de estrés, quizás allí esté la causa, porque como sabemos, el estrés es el punto de partida de muchas enfermedades.


5.) Mirar el mar

Es lo que los científicos llaman la "mente azul" (incluso hay un libro con ese título escrito por el profesor Wallace Nichols), el simple hecho de mirar el mar puede calmar nuestra mente y mejorar nuestra paz emocional. Distintos estudios demuestran que las personas que viven cerca del mar tienen menos estrés, tienden a practicar más actividades físicas, tienen una mejor salud mental y un mejor estado de ánimo. La reducción del estrés por si solo trae una serie de beneficios adicionales: mejor memoria, más autocontrol y menor riesgo de muerte prematura.



¿Por qué no confiamos en los productos ecológicos?


Imagine que usted necesita comprar detergente, va al Super y en el lugar destinado a productos de limpieza hay dos marcas de detergentes, imagínese que nunca ha oído hablar de ninguna de ellas y que las dos tienen el mismo precio. La única diferencia es que uno de los detergentes se anuncia como "ecológico". ¿Usted, cuál compraría?


producto ecológico

Si nos basamos estrictamente en los resultados de algunas encuestas, un alto porcentaje de personas opinan que preferirían productos ecológicos. Pero aquí está lo interesante: la cuota de mercado de estos productos es significativamente menor de lo que cabría esperar si nos basásemos en las encuestas.


¿Por qué existe esta diferencia?

Los especialistas en marketing saben perfectamente que, por lo general, los consumidores tienden a expresar opiniones favorables hacia los productos "verdes". Sin embargo, a la hora de pagar para obtener el producto, terminan favoreciendo a los comunes, o sea, a los "no ecológicos" y la razón es simple: porque piensan que estos últimos son más efectivos.

Esta misma discrepancia entre el deseo de apoyar a los productos ecológicos por un lado, y las dudas sobre su eficacia por el otro, se observo en un estudio llevado a cabo por la Escuela de Marketing de la Universidad de Texas en el año 2009. En un pasillo de la universidad se colocaron dos dispensadores de desinfectante líquido para manos (recordemos año 2009 y la gripe porcina). En uno de los dispensadores se leía "desinfectante ecológico" mientras que el otro dispensador se presentó como la versión común. Al lado de los dispensadores se colocó un cartel que decía: "Atención: Gripe Porcina, utilice el desinfectante de manos frecuentemente". Los dispensadores poseían un sistema para contar las veces que eran utilizados, además de una cámara de vídeo camuflada para observar el comportamiento de los usuarios.


Los resultados fueron los siguientes, cuando los estudiantes estaban acompañados o había alguna persona cerca, eran más propensos a usar el desinfectante ecológico, sin embargo, cuando estaban solos eran mucho más propensos a utilizar el desinfectante común.

Este patrón de conducta es consistente con la idea de que la gente desea proyectarse ante los demás como favorecedor de productos ecológicos, pero en privado prefieren el ordinario. Además, otro detalle importante: cada vez que un estudiante utilizaba el desinfectante ecológico, se aplicaba más cantidad, lo que indica que la gente percibe lo ecológico como menos eficaz que el normal.

Ahora, aquí hay un punto interesante: Los consumidores no piensan que los productos verdes sean peores que los comunes en todos los casos. Cuando se piensa en "suavidad" los ecológicos pueden estar mejor vistos que los comunes ya que, por ejemplo, la cuota de mercado de los champús ecológicos para bebés son mucho más altas que las de productos ecológicos de lavado de automóviles. Esto quiere decir que aunque el atributo de "ecológico" no es la primera opción cuando hablamos de eficacia, en cambio si puede ser una ventaja para lo relacionado con lo "suave".


¿Por qué la gente piensa que los productos ecológicos son menos eficaces?

Las personas tienden a ver a las empresas que se dedican a fabricar productos ecológicos como menos volcadas al lucro y por lo tanto más éticas, que aquellas que fabrican productos comunes. Pero a su vez, la gente intuye que es difícil ser ético y competitivo al mismo tiempo. O sea, las personas perciben que las organizaciones no tan orientadas al lucro como menos competentes que aquellas que el lucro es lo principal y fundamental. Como consecuencia de ello, se asume que con los productos comunes se obtienen mejores resultados que con los ecológicos.
Es por esta razón que en los últimos tiempos muchas empresas que fabrican productos ecológicos, su estrategia de marketing está basada, justamente, en la efectividad de sus productos.