La patología de la guerra: ¿Por qué nos ha resultado tan difícil vivir en paz?


Miremos cualquier libro de historia, de cualquier época y será considerablemente extraño encontrar que no haya una guerra en el medio de la narración. ¿Por qué a los seres humanos nos ha resultado tan difícil vivir en paz? Analicemos este tema.


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En general, los libros sobre la historia del mundo comienzan con las civilizaciones de Sumeria y Egipto, que surgieron en torno al año 3000 AC. Desde entonces y hasta la actualidad, la historia ha sido un enorme catálogo de guerras sin fin.

Sólo entre 1740 y 1900 en Europa hubieron 230 guerras y revoluciones, durante ese período prácticamente todos los países del continente cayeron en bancarrota producto de sus gastos militares. En el siglo XX las guerras fueron un poco menos frecuentes, pero esto fue en base a un creciente poder tecnológico que permitió finalizarlas más rápidamente. Esta es la causa por la cual las guerras pasaron a ser más cortas, pero más letales.
Mientras que entre todas las guerras que se produjeron entre 1740 y 1900 murieron 30 millones de personas, se calcula que en la Primera Guerra Mundial fueron unos 10 millones los muertos y 50 millones en la Segunda. Desde entonces, el número de muertos en guerras ha disminuido significativamente.


¿Cómo podemos explicar este comportamiento?

Algunos psicólogos evolucionistas sugieren que los seres humanos estamos programados genéticamente para el egoísmo y la codicia, visto desde ese punto es relativamente "normal" que existan individuos que traten de quedarse con los recursos de otros. Por otra parte, los hombres están biológicamente preparados para luchar en guerras por la gran cantidad de testosterona que poseen, recordemos que la testosterona está fuertemente ligada a la agresividad.

Sin embargo, estas explicaciones no convencen a todos. Por ejemplo, ¿cómo se explica la aparente falta de guerras en la historia humana temprana o en las sociedades de 'cazadores recolectores'? Este es un tema muy debatido por los científicos, ya que algunos afirman que las guerras siempre han existido en las sociedades humanas. Sin embargo, muchos antropólogos y arqueólogos rebaten esa teoría. Por ejemplo, hace unos años un grupo de antropólogos finlandeses, de la Universidad Abo Akademi publicaron una completa investigación sobre la violencia en las sociedades 'cazadoras recolectoras' en la que afirman que los ataques letales entre grupos eran sumamente raros y que, en realidad, la mayoría de las muertes violentas eran resultado de conflictos y disputas familiares.
Anteriormente, el antropólogo Brian Ferguson había demostrado con múltiples pruebas que las guerras comenzaron hace unos 10 mil años y que se hicieron frecuentes hace unos 6 mil.


Si bien se pueden explicar situaciones específicas de violencia, la guerra es en realidad mucho más que eso. La guerra es una actividad altamente organizada y planificada, sobre todo organizada y planificada en situaciones no violentas.

La psicología de la guerra

El primer psicólogo en investigar la guerra fue William James quién en 1910 publicó el ensayo "El equivalente moral de la guerra". En dicho trabajo James sugiere que las guerras han sido tan frecuentes debido a un conjunto de efectos psicológicos positivos, tanto a nivel social como individual.
En el plano social, la guerra genera un sentido de unidad de cara a una amenaza externa al grupo. No sólo los ejércitos participan de la contienda, sino que en cierto sentido, lo hace toda la comunidad, ya que hay un sentido de cohesión con objetivos comunes. La guerra inspira a comportarse desinteresadamente al servicio de un bien mayor.

A nivel individual, la guerra está fuertemente relacionada con la identidad de grupo. En general, los seres humanos tenemos una profunda necesidad de pertenencia o identidad que fácilmente puede manifestarse mediante movimientos nacionalistas, dogmatismos religiosos o cuestiones étnicas. La guerra también permite la expresión de cualidades humanas que a menudo permanecen latentes en la vida ordinaria, como el coraje y el sacrificio.

Otro punto importante aquí es la empatía, uno de los aspectos más peligrosos de la identidad de grupo es lo que los psicólogos llaman "exclusión moral". Esto ocurre cuando retiramos los derechos humanos y civiles a personas de otros grupos. Las normas morales sólo son aplicables a miembros de nuestro propio grupo. Es decir, descartamos a los miembros de otros grupos de nuestra "comunidad moral", esto los convierte en potenciales objetivos para oprimir, explotar e incluso matar.


El declive de las guerras

Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial se ha producido un declive en todo el mundo en el número de muertes debido a las guerras. Si bien, hasta los años 80 se registró un aumento de violencia interna en algunos estados, ya hacia fines del siglo XX las guerras civiles fueron disminuyendo también. Esto quiere decir que los últimos 25 años han sido los menos afectados por las guerras de la historia humana reciente.

Hay una serie de factores responsables de esta disminución belicista, por ejemplo, la creación de organismos internacionales, la disuasión nuclear y el afianzamiento de la democracia en gran parte del mundo.
Para muchos investigadores, por extraño que parezca (o no) el deporte ha sido un factor que ha influido considerablemente, es un "equivalente moral de la guerra" o sea, una actividad que satisface necesidades psicológicas similares, tiene un efecto vigorizante y socialmente similar, pero no implica el mismo grado de violencia y devastación. No es casual que, durante los últimos 70 años esta disminución constante de conflictos haya sido proporcional al crecimiento en popularidad de algunos deportes.

Otro factor decisivo ha sido el mayor contacto entre personas de diferentes países y culturas debido a los altos niveles de viajes, migraciones, comercio y más recientemente internet.
Muchos evolucionistas dicen que este aumento de la interconexión humana esta conduciendo a una disminución en la identidad de grupo. También aseguran que este proceso continuará y que la necesidad de una identidad social irá disminuyendo cada vez más.
Quizás sean estas precisamente, las primeras muestras de que como especie estemos comenzando a superar, muy lentamente, la patología de la guerra.